miércoles, 26 de diciembre de 2012

“Azul y no tan rosa”: cine nacional sublime



Luego de ver malandros, resentimiento, vulgaridad y típicos machos latinoamericanos en el cine venezolano, cuando uno tuvo la oportunidad de ver “Reverón”, “Una mirada al mar”, entonces piensa “se viene un cambio en el cine nacional”.

En defensa de los hacedores de cine, expertos, casi expertos e improvisadores, puedo imaginar lo difícil que es hacer una película, sobre todo ir dispuesto a la batalla audiovisual con un buen bagaje cultural que te permita desarrollar y resolver el proyecto, desde el nicho de la escritura de la historia hasta la post-producción, ya que la creatividad no basta, es importante montar los elemento de manera inteligente y coherente.

“Azul y no tan rosa” de Miguel Ferrari es un paseo hermoso por un país posible, donde el camino va enseñando a los personajes el significado de la palabra tolerancia. Varios conflictos se encuentran en un mismo camino para luego separarse hacia los espacios que les corresponde.

Un homosexual que decide formalizar su relación, luego el choque de la llegada de su hijo que lo rechaza por su preferencia sexual, luego el enfrentarse al dolor de la homofobia como fenómeno social, una mujer que busca reír pero lleva la tragedia de ser maltratada por su pareja, un transformista que se da cuenta de su fracaso y busca redimensionarse hasta asimilar lo que realmente es, un adolescente que no se acepta físicamente, todos en un mismo carril.

Se puede pensar que esta película tiene un ligero acercamiento al estilo almodovariano, pero cabe resaltar la diferencia de que esta pieza se inclina más a la ironía y sutileza, mientras que el cineasta manchego se destaca más por el erotismo y el humor negro.

Cada uno de los conflictos fueron salvados de caer en los clichés, sin alejarse de la realidad, pero haciendo algo sublime, dándole fuerza a cada personaje sin abandonar sus condiciones humanas. Es la clase de cine donde, pese a las condiciones adversas, o perversas, busca brindar un aliento al público exaltando valores para una transformación de la visión de nuestro entorno.

Hay una propuesta de belleza, una estética emocional y que busca acariciar lo sublime del alma humana, superior a la naturaleza perversa que explica Sigmund Freud. Es tomar la fotografía como bandera de esa belleza que muchos artistas por los siglos han buscado para burlarse de la realidad, una belleza que les permita sonreír con esperanza a la vida, un oasis para la vista y el espíritu.

Aquí la cámara fue una compañera tanto del protagonista como de la historia en general. Mostraba espacios paralelos, como visiones generales, permitiendo que el personaje principal fuera visto como lo que es, un ser más en este universo, con sueños, anhelos y fracasos.

También lo magnifico es que esta película no se quedó en el entuerto dramático, buscó otros ingredientes como los románticos y humorísticos, mostrando lo absurdo de nuestras visiones.

Escenas memorables tiene muchas, pero la que estoy segura que nadie va a olvidar es cuando Fabricio, la pareja del protagonista Diego, mientras yace en Terapia Intensiva, sus padres prohíben a Diego pasar a la sala a verlo, a lo que el padre de Fabricio enfatizó “Prefiero ver a mi hijo muerto antes que contigo”, y el protagonista responde “Estás actuando como los hijoeputas que lo golpearon”.

“Azul y no tan rosa” es un réquiem a la vida, a la tolerancia, a buscar nuestros propios espacios en esta vida terrenal, a enfrentar los miedos, a dejar la vergüenza de mostrar lo que somos, y sobre todo, el respeto hacia el otro, un regalo de todo el equipo y su realizador Miguel Ferrari.

El cine nacional queda marcado con un antes y después de esta pieza, con una hechura que rompe con el barroquismo que frenaba el avance en nuestro lenguaje audiovisual.

1 comentario:

Pedro Mancera dijo...

Esta es una película Venezolana que vale la pena sobre todo por el mensaje de la tolerancia. Lo que más me gustó de la película fue el éxito comercial que tuvo, y no quiero decir que sea buena porque mucha gente fue a verla. Me alegró que siendo una película bien hecha , sin fines netamente comerciales como la mayoría , haya podido mantenerse tanto tiempo en cartelera. Ojalá que en algún futuro los venezolanos podamos apoyar nuestro cine y que compremos entradas para ver películas que hablan y apuntan hacia nosotros.

Saludos

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