lunes, 28 de junio de 2010

Se buscan los restos de Cabrujas


Por favor, se buscan los restos de José Ignacio Cabrujas. En este aparataje de escritos y libros que se hunden en las calles venezolanas, espero que algún librero tenga compasión de esta venezolana y me haga llegar los restos de Cabrujas, porque sólo el papel con manchas negras puede sostener el peso de la mente de ese venezolano, cuya alma tenía un sabor superior a la reina pepiada.

Esto que solicito es más que una imploración. Ahora que indago en las artes escénicas me hallo con unas tablas vacías, llenas del polvo de una memoria añeja. Es inaudito que la muerte de un ser humano supere a sus palabras. Sólo recuerdo al Cabrujas de sus telenovelas, la verborrea de sus personajes llevados a la pantalla chica, pero quiero conocer a ese Cabrujas del teatro, al dramaturgo, al intelectual, al amante del sarcasmo.

Puede que salte un Platón y me indique que las artes se clasifican en dos, en las artes bellas y las artes útiles. Puede que salga un crítico de teatro, con casi 40 años de experiencia en su oficio, y hable sobre lo que estuvo bien hecho o mal hecho en un montaje. Pero por favor, no hagan llorar a Cabrujas, un poco de respeto a su memoria.

Cuando se está en este medio, la posición más idónea tanto de los profesores, rectores y académicos de las artes debería ser "laissez faire, laissez passer". Dejen que los muchachos hagan, experimenten, inventen, monten, desmonten, pero sólo bajo el criterio de ellos. Las artes son tan subjetivas como el amor.

Si de lo “Profundo” emergía una bandera, un sable, un muñeco y un barril eso no lo vi, ¿dónde está la idea comunicativa del dramaturgo?, me imagino que dentro de la calavera y la cloaca.

Más adelante escucho al insigne actor venezolano Rafael Briceño gritando “tablosky”. Dame tabla, dame escena, y más tabla, sólo así se construyen los mejores actores, constancia y pasión, el talento es un añadido. Desde el precario conocimiento que tengo del teatro sólo quiero ver a los muchachos hacer, hacer, y hacer.

Creo que inmolaron la creatividad de Cabrujas en este siglo XXI, se produjo una tala con la cual no contaba el dramaturgo cuando escribió sus obras. Sigo buscando lo “Profundo”, la esencia de la dramaturgia cabrujiana. Textos por favor.

PD: la foto que publico es de la protesta que hicieron los actores, estudiantes, cuando le cancelaron la obra, protesta a la cual se le unieron un grupo de estudiantes del Unearte, hasta que finalmente lograron que la obra fuera presentada. Gracias a María Cristina Martínez por la foto.

miércoles, 9 de junio de 2010

¿Me río Ionesco?


Cuando los griegos crearon la tragedia en el teatro al poco tiempo surgió la comedia que se burlaba del drama de esos personajes. Pasaron muchos, muchos, muchos años para que en la escena surgiera el teatro del absurdo que ha sido llevado como comedia. Esta tendencia nació en el siglo XX de la mano de Eugene Ionesco, esto como una forma de romper con el molde del teatro de comedia que rayaba en lo ridículo y de sobreactuación.

Ahora, si me preguntan sobre la comedia hecha por los griegos sólo puedo decir que tengo como tarea investigar el asunto. Lo que me inquieta, y me lleva a escribir esto, es el concepto de comedia que se tiene en el teatro, y un poco el problema del humor venezolano.

Comienzo este capullito de reflexión con la siguiente cita:

“Cuando… iba al teatro, era para acompañar a alguien o porque no había podido rehusar una invitación, porque estaba obligado.

No sentía ningún placer; no participaba. El juego de los comediantes me fastidiaba, ellos me fastidiaban. Las situaciones me parecían arbitrarias. Había algo de falso a mi parecer, en todo eso.” (Ionesco, 1966)

Bien Ionesco, sólo puedo decir un gran… gran… bravo… en serio… un gran ¡Bravo!, de verdad quisiera tener una pócima que te sacara del sepulcro, llevarte a un café, te ofrecería un brandy con kalua, pero como buen francés de seguro preferirías un té. El meollo del asunto es que aunque me ría con tus obras de verdad siento que quedo con un hueco en el cerebro, quisiera creer que efectivamente es que me dejas pensando. No te sientas mal, lo mismo siento con el resto de las comedias que veo en teatro, si, es que ahora que me encuentro indagando sobre las artes escénicas, me voy perfilando, y me siento contrariada al no entender lo que querías comunicar con tus obras, he allí la razón por la cual quisiera compartir un café contigo.

Primero, mientras estudié en la universidad no se hablaba de otra obra magistral que no fuera “la cantante calva”, la cual, lo admito, recibió unas cuantas pisoteadas por parte de estudiantes de comunicación social que desconocían en absoluto el proceso creativo del actor, pido disculpas por ello. Llego a Caracas y veo el montaje por un grupo profesional finalmente, y digo, “vaya, tremendo, me hizo reír, pero caramba, ¿qué quiso decir Ionesco?”

No creas que escribo para hacerte sentir mal, no, en verdad lo hago porque me preocupa mi capacidad de razonamiento, tanta gente que te alaba y yo me quedo “…”, sí, me quedo con tres puntos suspensivos en la cabeza. Luego me enteré de otro grupo que presentaba tu obra “El porvenir está en los huevos”. Vaya que llegué a pensar que tuviste aires izquierdistas al criticar la obsesión por la producción, pero fue más allá de eso, la obra comenzó con un bello canto de la actriz, y una primera escena con un nivel de absurdo que me compró por un instante, luego, ese bendito luego… ese transcurrir… después… claro… luego… tampoco entendí.

Este domingo fui a ver “Buitres” de Paul Williams. Buenos actores, una historia que tenía ganchos. Claro Ionesco, no se puede comparar contigo. Las risas del público parecía que querían tener la potencia de una pita en el Estadio Universitario, en un juego Caracas – Magallanes. Conchale, todo en la obra iba a bien, aunque no lo creas, todo parecía verosímil, hasta que el final me pareció absurdo. Creo que tuviste cierta influencia en el autor.

Ahora, si me preguntas de la necesidad del humor, y lo que considero que es el problema en Venezuela, sólo te puedo responder algo: Detesto ese chiste que resulta una grosería para el alma cuando evade su propia realidad y devuelve a la persona a su estado infantil. Cita de Karla Pravia, y espero que estas palabras no se me regresen algún día como plomo de bayoneta, así como tu cita me parece una ironía en este momento porque es precisamente lo que siento con tus obras, tal vez escriba teatro para no ver el teatro que escribiste.

Ionesco, después de esta confesión te pregunto, ¿me río?

Por qué The Revenant no fue para el público venezolano

The Revenant comienza con hermosos paneos del paisaje frío e inhóspito donde se desarrolla la historia del film. Ahí está la chica en su ...