miércoles, 21 de septiembre de 2011

Para ver en familia: Black


De la creatividad del director hindú Sanjay Leela Bhansali nos llega esta hermosa historia “Black”, donde las oscuridades de la vida se convierten en colores de esperanza, sí, así como lo canta Diego Torres.

La autobiografía de Hellen Keller es lo que da el nacimiento a este film. El drama de una niña sorda y ciega que irónicamente consigue la luz por medio de un profesor alcohólico, cuya metodología ortodoxa le permite a la menor una vía para comunicarse con el resto de las personas.

En esta película se nota la forma dramática exagerada de los hindúes, pero que calza perfectamente con la historia. Esta producción cuenta con las actuaciones magistrales de Amitabh Bachchan como el profesor Debraj Sahai, y de Rani Mukherjee como la joven Michelle McNally, ambos acompañados por lo que yo definiría una niña prodigio Ayesha Kapoor haciendo de Michelle en su etapa infantil, quien deja sin aliento a cualquiera mostrando el lado salvaje y a la vez inocente de la sorda-ciega.

“Black” nos habla de una niña con ganas de superarse, con unos padres conservadores, y un profesor tenaz que busca romper los prejuicios de una universidad por hacer posible el sueño de su alumna.

Los aspectos técnicos de la película están muy bien manejados y cuidados, además de presentar una fotografía que parece tomar un ritmo similar a la historia, haciendo un ensamblaje perfecto para entregar una verdadera joya, inclusive un film que puede servir de cátedra para actuación. Esta es sin duda una película para ver en familia.

viernes, 9 de septiembre de 2011

La sociedad como un monstruo que no se comprende

“Monstruos en el closet, ogros bajo la cama” suena a título de obra de teatro infantil, pero al contrario solamente define el final de su presentación en un desespero de rescatar la esperanza que habita en todo niño.

Es la obra de Gustavo Ott sobre el ataque a las torres gemelas de Nueva York, el 11 de Septiembre del 2001. Yo estaba acostumbrada al humor negro de este dramaturgo venezolano, pero me encontré con su lado más poético y ácido a la vez, como una poesía oscura al estilo de Rimbaud y Baudelaire.

El teatro y las letras se unen para criticar un acto tan aborrecible a partir del 10 de Septiembre en la sala María Teresa Castillo del Ateneo de Caracas.

Aquí se demuestra el arte no debe ser complaciente, ni convertirse en un mero vehículo de evasión. A través de “Monstruos en el closet, otros bajo la cama” la escena teatral se convierte un espejo perverso de los fantasmas más aborrecibles del ser humano. No es una obra apta para quienes buscan divertimento.

Con una puesta en escena sencilla la directora de esta obra, Consuelo Trum, resalta el dolor latente por la humanidad en el escrito de Ott. Dicho planteamiento es respaldado con el logro dramático de las actrices Lenni Márquez y Valeria Castillo, quienes transforman su rostro en un par de torres humanizadas que narran sus vivencias y de quienes viven el horror del 11 de Septiembre en su interior.

La inocencia se desploma ante la rabia expresada por un grupo desconocido y terrorista amenazante. Inclusive asomar un juicio con respecto a los ejecutantes de esta acción puede ser errada. Es una acción tan aborrecible como dividir la humanidad en dos concepciones, en la oriental y en la occidental, como si la visión espiritual de una estuviese obligadamente divorciada del pragmatismo de la otra y no hubiese un puente de comunicación.

Al final de los conceptos se hallan sujetos inocentes que buscan, cada uno a su manera, tejer sueños, una boda, un compromiso, una carrera, tener hijos, un ascenso, conseguir trabajo, o lograr una nacionalidad, que se ven truncados por el odio desmedido a quienes son diferentes; ¿Qué culpa tiene la mujer que prepara su boda en Beirut?. Entonces, cuando cae al piso el amor por la humanidad nos toca buscar monstruos en el closet o unos ogros bajo la cama con los cuales jugar y rescatar nuestras ilusiones infantiles.

PD: foto tomada de la página correocultural.com

domingo, 4 de septiembre de 2011

Sigue la evolución en el cine nacional: “Una mirada al mar”

Voy a empezar hacer unos post para recomendar unas películas que deben ser vistas en familia, o seudo familias, no importa cómo sea la tuya, pero véanlas acompañados de sus seres más queridos y entonces entenderán que el arte también difunde luces.

“Una mirada al mar”, dirigida por Andrea Ríos, con apoyo de la Vila del Cine, es lo que califico como la evolución en el cine venezolano. Va más allá de la violencia, armas, lenguaje obsceno y escenas de sexo, porque no lo tiene, y es bueno aclarar que se trata de una película diferente para un gusto diferente.

La trama es así: Rufino queda viudo y decide dejar Caracas para regresar a su pueblo de San Pedro, un pueblo donde el sabor negroide se mezcla con el culto a la Virgen del Valle en medio de un majestuoso paisaje que regala el mar. Regresa a la casa de su amigo Gaspar, y se da cuenta que este último está cuidando una niña huérfana que está en proceso de adopción por parte de una profesora. Ambos, Gaspar y Rufino, desde jóvenes se dedicaban a la pintura y era lo que los unía.

La convivencia se torna difícil para Rufino, ya que no es del agrado de la niña y esta hace todo lo posible para hacerlo sentir mal en la casa, mientras tanto él soporta esperando a que le sea restaurada su vieja vivienda del pueblo. En medio de ese escenario la niña tiene la misión de entregar un cuadro de su autoría al colegio para ganar un concurso. Ella cuenta con Gaspar para cumplir con esa tarea sin imaginar que dependerá de Rufino para lograrlo. Y lo más importante, que la película rescata lo importante del valor de la familia, esto planteado a través de la pintura como marco que va acompañando a la historia. No digo más porque sino quito el encanto.

Sinceramente desconozco de cuántas semanas lleva esta película en cartelera, pero me encuentro que a estas alturas sólo se está presentando en tres salas en Caracas, cosa que me resulta lamentable. En el cine de El Paraíso, en Galería Avila, y en el cine del Unicentro El Marqués.

A todas estas el planteamiento cinematográfico de la película cae por detalles en el manejo del sonido y de la iluminación. Sin embargo la fotografía y el acompañamiento musical, junto con las excelentes actuaciones, y el show que se roba la niña Yucemar Morales, significan un refrescamiento del cine nacional.

En más de una oportunidad me provocó estar en esa playa, con aquella incandescente luz del sol que mostraba la película.

Hay una escena que me dejó sin aliento, y para los que aman la buena fotografía sé que también lo apreciaron así, cuando Rufino sentado en una parada de buses descubre en su bolso la pintura ingenua que había hecho la niña. La cámara hace un paneo en circular, que en conjunto con la expresión del actor es mucho lo que transmite.

El cine venezolano está evolucionando.

Por qué The Revenant no fue para el público venezolano

The Revenant comienza con hermosos paneos del paisaje frío e inhóspito donde se desarrolla la historia del film. Ahí está la chica en su ...