lunes, 23 de abril de 2012

¿Cuántos libros por año?

Hace cinco años leí en un informe de una organización mexicana, no me acuerdo el nombre, donde indicada que para aquel entonces el promedio de lectura al año en el país azteca era de 2 libros por persona, mientras que en Venezuela era de un libro por persona.

La escasa lectura en el país tal vez explicaría la memoria tan corta que poseemos los venezolanos. Tal vez esa sería la piedra que debe ser eliminada del camino para que el estudiante promedio obtenga buenas notas en Historia de Venezuela o Historia Universal.

En primer lugar cuando se habla de historia se piensa en hechos bélicos, y hay canales de televisión que lo mal interpretan así. ¿Acaso el hombre se resume a su estado más salvaje?

Entonces me asomé en la única biblioteca que tiene el Centro Asturiano de Caracas, con un señor de cabello canoso que aún posee fuerza para subirse a una escalera y bajar libros. Sus mesas lucían vacías a la espera de amantes de la lectura.

Tengo la dicha de vivir en Caracas, una ciudad que a pesar de su caos urbano es partícipe de diversas actividades culturales. Hace dos semanas asistí a un cambalache de libros en la Plaza de Los Palos Grandes, una actividad que se efectúa con regularidad en ese espacio. Allí los libros son rescatados gracias a sus nuevos dueños. Sin embargo me pregunto cómo queda el interior del país en todo esto, ¿como fantasmas del espacio?

En un día como hoy solo ruego que el sol que toca este suelo pueda ver ciudadanos que caminan acompañados de un libro bajo el brazo, que las armas de fuego se conviertan en hojas cargadas de palabras divinas y sabias.

¿Por qué existe en Venezuela la negación a la lectura?, ¿es responsabilidad del gobierno o de los ciudadanos?, ¿es responsabilidad del sistema de educación y los docentes?, ¿qué preponderancia tiene en todo esto el papel de las casas editoriales?, ¿qué pasa con el legado de grandes ilustres de las letras venezolanas?, ¿acaso el costo de los libros es demasiado alto para el bolsillo del venezolano promedio?, ¿será que no existen ofertas de libros?, ¿están las librerías nacionales actualizadas en cuanto los últimos libros que presenta el mercado internacional?, ¿tienen acceso los estudiantes universitarios de este país a los últimos y más destacados textos referentes a sus carreras?

Lo que si tengo claro es que la verdadera formación civilizadora del ser humano comienza en el hogar, es la básica, fundamental, e imprescindible. Es el único camino donde la inoperancia de cualquier gobierno o sistema de educación no puede penetrar ni manchar. Es el hogar donde comienza la siembra del hábito y amor por la lectura.

Ruego que lo sublime de un libro y su aporte no quede de adorno frente al pensamiento práctico. Las letras son alimento intangible.

martes, 10 de abril de 2012

Antes que se vaya la memoria

De mis primeros coqueteos con el arte lo que recuerdo de niña es esto:

La primera vez que entré a una sala de cine, no me acuerdo bien si fue a los cinco, seis o siete años, pero ahí más o menos, y me llevó mi tío Pedro. Recuerdo que mi primo Pedro Alejandro estaba pequeño.

Fuimos a ver “Enemigo Mío”. Había quedado tan impactada por la experiencia. No era igual que ver una película en la sala de la casa por medio de un televisor de no muchas pulgadas el monitor. Lo que recuerdo es que hasta llegué a creer que de verdad estaba en ese espacio inhóspito donde se encontraba el astronauta. Y lo más hermoso, me sorprendió el mensaje de amor y perdón de la película. Era como si estuviera viendo un cuento con moraleja donde los personajes eran adultos, no en comics, no en dibujos, eran formas nítidas como percibía yo la realidad. Lo que puedo decir hoy es que estoy muy agradecida con mi tío por haberme llevado al cine.

Según mi mamá yo la acompañé al cine ver “E.T.”, pero yo tenía un año así que no me acuerdo de eso ni tenía la suficiente conciencia, en conclusión no vale.

La primera vez que entré a una sala de teatro fue a ocho años. Fue en el Teatro Municipal de Valencia. Estaban presentando un nacimiento viviente. Un montaje que puede parecer nimio, pero aún conservo la marca. Era ver la fortaleza de los actores para proyectar la voz y entender perfectamente cada uno de los parlamentos; ¡hablaban y se escuchaban bien sin micrófonos! Qué fuerza la de estas personas pensaba yo. Era ver al ángel Gabriel que hablaba desde un balcón del gran teatro dando la anunciación, era escuchar a los actores que hacían de pastores hablando entre los pasillos del público, todos mis sentidos estaban activados y concentrados en la acción. ¡Sencillamente hermoso!

Después de ese viaje a Valencia recuerdo que mi mamá me inscribió en clases de pintura, ballet, teatro y marionetas, mi tutor en ese entonces fue Eddy Salazar, el gran titiritero de Guayana. Él daba clases en el Centro Cívico, apoyado por CVG Ferrominera. Siempre que de niña o más grande me venía su imagen, el fondo era colorido, igual que sus marionetas, siempre lo recuerdo con su voz retumbante y su risa de soñador.

Hoy cumplo 31 años, y aún recuerdo a “Enemigo Mío”, ese nacimiento viviente en Valencia, y a mi querido Eddy Salazar que sé que me acompaña y se ríe tiernamente de mis ideas.

Por qué The Revenant no fue para el público venezolano

The Revenant comienza con hermosos paneos del paisaje frío e inhóspito donde se desarrolla la historia del film. Ahí está la chica en su ...