viernes, 31 de mayo de 2013

La vida que brota en Pina


La palabra “Vida” viene a la mente cuando se ve el documental “Pina” de Wim Wenders. Esa fuerza que emerge de la naturaleza, la energía, la vitalidad, la alegría, todo ello se conjuga en cada uno de los montajes que en su trayectoria entregó la bailarina alemana Pina Bausch.

Estos dos hijos de la herencia teutónica, Bausch y Wenders, han entregado a la vida del baile y del cine una joya que marcará por siglos los hitos en la cinematografía y en los registros de la realización de un documental. Tuve la oportunidad de ver esta pieza en la serie de cine foro que inició en los espacios del Trasnocho Cultural para dar bienvenida a la llegada del Festival Vida la Danza 2013.

¿Cómo paré en esto?, no voy a echar la versión larga del cuento. En resumido, el pasado miércoles 29 me encontré frente a una gran pantalla, rodeada de mis compañeros del diplomado de escritura de guiones, primero con expectativas y luego anclada a un mar de vida en cada encuadre y en cada color que viajaba de un lado a otro, entre las faldas de las bailarinas, la fuerza de los elementos de la naturaleza que usaba Pina en sus producciones, y el malévolo ojo de Wim Wenders que seduce como un Don Juan a cualquier espectador de cine, sea novato o prejuiciado.

El contraste en los colores usado por los bailarines en su vestimenta hacia un conjunto poético con la fuerza de sus movimientos, mientras el público pudo observar partes claves de las piezas más destacadas de Pina como fueron los montajes “Consagración de la primavera” y “Café Müller”.

“Me tengo que ir, pero no quiero”, me dijo una compañera apurada a ir a buscar a su hija en mitad de la proyección, fue un complot de la realidad que rompe de súbito el paseo hermoso por el arte bien hecho.

Yo no sé qué sintieron el resto de los espectadores en la sala, pero cuando escucho “Luna de Margarita” en la voz de Simón Díaz me sentí feliz y a la vez desorientada, ¿la voz de un venezolano en la proyección de una bailarina alemana?, y veo a ese hombre danzando con ese dolor interno acompañado de la mejor música venezolana, pues yo sentí que en cualquier momento arrancaba a llorar, así fuese una lagrimita nada más. Pero qué hermosa es la canción venezolana, qué grato el hecho de que un artista extranjero la valore, que magistral, te quita el aliento. Es como esa palmada que sientes de tus padres cuando haces algo bien y te lo reconocen, y entonces te sientes grandote. Eso nunca lo olvidaré.

Al terminar la proyección de la película, y yo todavía con la seducción en mi mirada, creo que lo más parecido es subir a un carrusel sin miedo y disfrutarlo, entonces le tocó el turno a Eloísa Maturén de dar inicio al foro como coordinadora del festival, acompañada de Bettsimar Díaz y de Robert Gómez. La hija del queridísimo compositor venezolano narró su experiencia con Pina Bausch, quien destacó que aun sabiendo el trabajo, la trayectoria de Pina, jamás se iba a imaginar que un día llegaría un recibo a su casa por concepto de pago de derechos por el uso de dos canciones de su padres por parte de la bailarina alemana, y así fue. Luego tuvo la dicha de llegar a la ciudad alemana donde funciona la compañía de Pina que fue donde presentó la producción.

Por otro lado Robert Gómez, quien fue el culpable de llevarnos a la locura esa noche en el Trasnocho Cultural como profesor del diplomado, le tocó el rol de explicar el valor cinematográfico de este documental. Destacó que Wim Wenders se vio en la necesidad de reprogramar el sentido de la pieza pues lamentablemente la bailarina murió semanas antes de comenzar el rodaje, por lo cual dio paso a que fueran los miembros de la academia de baile quienes hablaran de ella a partir de sus experiencias.

Gómez habló del universo de Wenders y de cómo lo conserva en el documental, como es el caso de los espacios abiertos de las ciudades tal como le place al cineasta, y hace mezcla del asfalto con el trabajo de los bailarines.

Antes de echarse a la aventura de ver el documental, lo más seguro es que lo tenga en DVD o descargado por internet, por favor asegúrese de verlo en un televisor pantalla plana y con calidad de imagen para que deguste como debe ser este hermoso trabajo de Wim Wenders y el legado de Pina Bausch. 

lunes, 6 de mayo de 2013

¿Qué le pasó a Tom Hooper?


Mientras voy leyendo la novela Los Miserables, luego de pasar varios capítulos del libro, me atreví a ver la película sin haber culminado la lectura. No quería pasar por alto la experiencia de disfrutar de la producción y la fotografía de este film en la pantalla grande.

Sin embargo, y lo confieso, sí lloré. Es que era algo inevitable, la música tan dramática, y conociendo el recorrido que traía cada personaje, es difícil no crear una especie de simpatía por cada uno de ellos, es como si los hubieras conocido en la esquina de tu casa, y cuando sucumben en el final de sus historias pues estás ahí típico panita en su entierro compartiendo un cafecito con sus familiares y dando el sentido pésame.

Confieso que no he visto ninguna otra adaptación de esta novela clásica, y no voy a discutir sobre los detalles omitidos, ni los alterados, cosa predecible en toda adaptación, no se puede decir que el espíritu de la obra de Víctor Hugo no está presente en esta producción.

Pero vamos a mirar con honestidad aquello que tantas personas han criticado, y creo que con bastante razón, y es el hecho de musicalizar de manera exacerbada una historia que reclamaba más diálogos y menos cantos, muchos de ellos repetidos con una misma melodía.

Llegó en un punto en que la reiteración de los actores hinchando el diafragma me quitaba el encanto y la fuerza de la historia, sólo por el vil motivo de hacer más dramático lo que ya era dramático per se, y yo ya dejaba de mirar a los personajes sino a los actores, es decir, un ligero divorcio con la historia. Creo, sin duda, que esa fue la razón por la cual el director Tom Hooper, no logró más éxito con esta pieza que pintaba como la histórica producción del año pasado.



No obstante, rescatemos los puntos a favor de la película, comenzando por los actores reconocidos y aquellos que sorprendieron, comenzando por la querida Anne Hathaway que por supuesto brilló, el magistral trabajo de Hugh Jackman dándole vida a un personaje bastante complejo, y por supuesto Amanda Seyfried, aunque el caso de ella no era sorpresa, ya se sabía que canta como lo demostró en el otro musical “Mamma mía”, la nota discordante fue Russell Crowe, a quien se le vio haciendo un gran esfuerzo para dar la impresión de que cantaba con fuerza. La sorpresa la puso la actriz inglesa Samantha Barks, desconocida para la mayoría del público venezolano, pero que al parecer los musicales han sido su fuerte y así lo demostró haciendo gala de su voz en una de las mejores escenas de la película.

Otro de los aciertos de Tom Hooper fue convertir a la dupla de Helena Bonham Carter y Sacha Baron Cohen, en el toque humorístico de la película al representar al alocado matrimonio Thenardier. Ya con la simple aparición en pantalla del actor inglés rompía con todo el drama y le daba suavidad a la historia para que el público pudiera digerirla con mayor placer.

Y por favor, no dejemos de mencionar la producción, el cuidado de los detalles, la fotografía tan impecable que te lleva al infierno de cada uno de estos personajes creados por la genialidad de Víctor Hugo. Causa curiosidad que no fuera nominada en la categoría de fotografía para los premios Oscar, inclusive superada en la categoría de dirección artística por “Lincoln”, aspectos incomprensibles. Ahí quedé, entre suspirando y molesta, más diálogos, menos canciones, y por favor actores que de verdad canten.

Por qué The Revenant no fue para el público venezolano

The Revenant comienza con hermosos paneos del paisaje frío e inhóspito donde se desarrolla la historia del film. Ahí está la chica en su ...