lunes, 16 de noviembre de 2015

Médicos del alma sin piedad

Los artistas somos médicos del alma. Escudriñamos, hurgamos, experimentamos, estudiamos, hacemos disecciones de ese interior humano que siempre ha sido un enigma desde los griegos. Es por esa razón que en cada acto de creatividad debe haber un profundo respeto al alma ajena, así como el médico debe, según su responsabilidad ética, respetar el historial y la enfermedad de sus pacientes.
El artista manipula a través de sus emociones, le regala al público un acto de voyerismo que en realidad consiste en un acto de magia placentera para el ego del creador, ¿pero qué pasa cuando trata de hacer lo mismo pero a través de las emociones de otro? ¿Qué pasa cuando trato de hacer una novela o una película sobre un personaje socialmente desagradable, según los cánones que imperen en el momento?, y más aún ¿Qué pasa cuando este personaje me desagrada a mí mismo? Entonces quedará una parodia, un show, una farsa de una vida que no es, que tal vez le guste al público pero que no llevará al arte a cumplir su misión que es ser una obra que permita el encuentro y el entendimiento.
Recientemente fuimos lectores de una tragedia, los actos terroristas en la ciudad de París. Frente a esa hecatombe humana, y me atrevo a decir de la historia de la humanidad también porque eso va a traer cola, muchos han dejado relucir su escala de valores frente al hecho.
Señores no se trata de buscar la razón de una manera obcecada, necia, como niños malcriados, es entender la raíz, y su significado, para que ¡por amor a Cristo! esto no se vuelva a repetir.
¿Qué pasa en el alma de Oriente? ¿Qué va a pasar en el alma de Occidente luego de este atentado? No quiero imaginarme una cuerda de cineastas, pintores y guionistas armando artilugios de buenos y malos, se trata de cuáles ideales se están defendiendo en un extremo del mundo y en el otro y de qué manera se defienden. ¿Puede acaso un planteamiento religioso ser más fuerte que el concepto de libertad y fraternidad? ¿Acaso Dios es en realidad un concepto tan burdo para generar secuelas de Las Cruzadas? ¿Qué significa un occidental caminando por las calles de un país árabe, o un árabe mirando con desconcierto la vestimenta de las mujeres occidentales? ¿Es esta diferencia tan fuerte y más importante que el valor de la vida?
No me gusta vaticinar tragedias, pero no miro con optimismo lo que acaba de ocurrir ni lo que entraña el interior de los personajes de esta historia. Ya la misma ha demostrado ser cíclica y terca. Lo que comienza con violencia rara vez termina sin violencia, así lo demostró el caso de los nacional-socialismos que emergieron en la Europa del siglo XX.
Pero señores artistas, a futuro, si queremos que esto no se vuelva a repetir, tengamos presente que somos médicos del alma. No hagan la ridiculez de hacer una película sobre un gay haciéndolo ver como un payaso de circo, tengan piedad de sus personajes, y si usted en el fondo no comprende la preferencia sexual de los homosexuales mejor limítese a contar historias sobre los heterosexuales, porque en su escasa consciencia es de lo que puede hablar con respeto.
Cuando contamos historias estamos hablando de seres humanos, y si usted no siente amor por los seres humanos, por más defectos que tengan, dese la media vuelta y dedíquese a otra cosa. Le queda la opción de transcriptor, corrector, coach, o en última instancia empaquetador en un supermercado.
Hacemos artes para que el público ame a nuestros personajes, hacemos arte para hablar de las minorías, y esto se hace desde el amor, no desde el odio, que ya hay suficiente en el mundo.
A veces cuando veo películas sobre personajes socialmente “incorrectos”, haciéndolos ver como protagonistas de una parodia, me queda un sin sabor horripilante, como si me hubiesen vendido un plato de comida china recalentada. ¿Qué pasa en el interior de mi personaje? ¿Lo estoy comprendiendo o lo estoy juzgando?, a menos que la intención expresa sea precisamente que el público se ría de ellos. Pero entonces preferiblemente ríete del mal, de la bajeza humana, de las almas miserables, pero no te rías del dolor ajeno. Dejemos de ser unos médicos sin piedad por el alma.

martes, 7 de julio de 2015

Monstruos

La sociedad crea monstruos que luego rechaza. Son muchos factores que crean esos personajes desagradables, desde la intolerancia, los prejuicios, la falta de solidaridad, el egoísmo.

Recuerdo cuando tenía 16 años y estaba leyendo Frankenstein de Mary Shelley. A mí no me dio pánico sino dolor, dolor por ese monstruo que iba de un poblado a otro buscando comida y afecto, y era tan feo que espantaba, pero la gente no miraba su necesidad de afecto sino su fealdad exterior.

Yo lloraba al ver su dolor, al percibir su soledad. Le dije a mi mamá llorando “El monstruo se siente solo”. Ella sólo atinó a preguntar “¿Por qué te sientes sola?”. Esta pregunta la evadí por muchos años, pues era absurdo, o eso creía, sentirme sola. Ahora es que me di cuenta de lo frío que es la compañía de los libros.

La sociedad crea monstruos con el rechazo sin darse cuenta. Los motivos del rechazo pueden ser variados, pero la respuesta básica a esto es la intolerancia a lo desconocido, a aquello que nos parece no adecuado, pero que en general no se detienen a evaluar la razón de ello.

La sociedad alemana creó el monstruo de Hitler, y no se trata de justificar, sino de que haya un examen interno que haga evaluar los esquemas impuestos y la viabilidad de los mismos, que no es lo mismo el esquema de una persona de clase media, a una persona de clase alta, a una persona de clase baja, a una familia de profesionales o a una familia que se ha dedicado a oficios.

Entonces, la sociedad venezolana creó a un monstruo llamado Hugo Chávez, un monstruo por el rechazo, el menos precio, las humillaciones, la falta de solidaridad, una sociedad clasista y que se mide por la tenencia, una sociedad enferma de soberbia y fracturas del pasado, cuyo pasado colonial la persigue insistentemente. Nos liberamos de los españoles pero no nos liberamos de los prejuicios que nos dejó la madre tierra.

Estoy luchando con mi monstruo interno, no es mi plan de vida ser un monstruo. Aún busco esa aldea donde me reciban con comida y afecto.

jueves, 5 de marzo de 2015

País de miserables

En este momento de mi vida recuerdo la novela de Víctor Hugo. Y es que en circunstancias tan fuertes, de ruptura social, donde los esquemas se resquebrajan y la tierra de un país parece de cartón, todos los que habitan ese panorama de locura se vuelven miserables, poco o mucho, pero inevitablemente salpicados.

El dolor de un hombre como Jean Valjean, sumergido en la pobreza y arrastrado a robar un pan, una mujer con espinas en su alma como Fantine, y la crueldad de la mirada injusta reflejada en el policía Javert, quien debe ceder el rigor de sus opiniones y darse cuenta que el ser humano es más complejo de lo que él consideraba de acuerdo a sus valores sociales.

Tan vigente esta novela aún. La siento viviendo en cada calle de este país, en cada mirada que bota rabia, en cada tropiezo del ciudadano y en cada mentira que se deja colar en la atmósfera.

Todos los que andamos en estas calles atestadas de frustraciones perdimos el valor. Somos miserables por discriminar, por juzgar, por la envidia, por el resentimiento, por el odio, por la incomprensión, por los miedos que quedaron impregnados en la piel.

Ahí veo a la mujer demacrada y sin maquillaje con mirada de perro rabioso en el metro, veo también al hombre miserable que llena su boca de un buen vino en un restaurante costoso de la ciudad riéndose de la desgracia de los que pisoteó, veo la prepotencia del motorizado cual cowboy del lejano oeste, en eso nos convertimos, todos unos miserables. Si Francia sobrevivió a los miserables de una época decadente de su historia, nosotros también sobreviviremos.

Invito a todos los artistas, sean de la especialidad que sea, a leer o recapitular las líneas de una novela que trascendió los siglos, “Los Miserables”.

lunes, 5 de enero de 2015

¿Qué es esto?

¿Qué es esto que estoy haciendo de mí? Pues lo que me gusta. Bienvenidos al lado oscuro. Porque dentro de todo ser humano hay un lado oscuro, aunque no nos guste, sólo que nos acostumbramos a vivir de apariencias y la gente tiene temor a que vean su lado oscuro, te muestra de plano su lado hermoso y luego decepcionan con su oscuridad.

Bienvenido 2015, será mi año oscuro, oscuro en mi imagen, oscuro en mi visión del mundo, es una invocación a ese lado oscuro que llevamos todas las mujeres aunque la sociedad lo quiera negar.

¿Marguerite Duras, Herta Muller, Teresa de la Parra, Doris Lessing, Elfriede Jelinek o una Oriana Fallaci? Pues no, se trata de mí. Pero todas acompañadas por un cigarrillo para esas horas de meditación.

Vivimos en una sociedad subdesarrollada, cuyo ángulo de visión se asemeja al primer plano en una película, muy corto, escaso. Hay que ver ese plano general y entonces quizá aumente la tolerancia.

¿Que cómo debo ser? Simplemente lo que me gusta de mí, no lo que a otros le parezca adecuado o no. Porque un alma libre anda sin prejuicios, sin esquemas, simplemente viviendo.

Porque si no muestras tu lado oscuro, vives de hipocresía. 

Por qué The Revenant no fue para el público venezolano

The Revenant comienza con hermosos paneos del paisaje frío e inhóspito donde se desarrolla la historia del film. Ahí está la chica en su ...