miércoles, 26 de diciembre de 2012

“Azul y no tan rosa”: cine nacional sublime



Luego de ver malandros, resentimiento, vulgaridad y típicos machos latinoamericanos en el cine venezolano, cuando uno tuvo la oportunidad de ver “Reverón”, “Una mirada al mar”, entonces piensa “se viene un cambio en el cine nacional”.

En defensa de los hacedores de cine, expertos, casi expertos e improvisadores, puedo imaginar lo difícil que es hacer una película, sobre todo ir dispuesto a la batalla audiovisual con un buen bagaje cultural que te permita desarrollar y resolver el proyecto, desde el nicho de la escritura de la historia hasta la post-producción, ya que la creatividad no basta, es importante montar los elemento de manera inteligente y coherente.

“Azul y no tan rosa” de Miguel Ferrari es un paseo hermoso por un país posible, donde el camino va enseñando a los personajes el significado de la palabra tolerancia. Varios conflictos se encuentran en un mismo camino para luego separarse hacia los espacios que les corresponde.

Un homosexual que decide formalizar su relación, luego el choque de la llegada de su hijo que lo rechaza por su preferencia sexual, luego el enfrentarse al dolor de la homofobia como fenómeno social, una mujer que busca reír pero lleva la tragedia de ser maltratada por su pareja, un transformista que se da cuenta de su fracaso y busca redimensionarse hasta asimilar lo que realmente es, un adolescente que no se acepta físicamente, todos en un mismo carril.

Se puede pensar que esta película tiene un ligero acercamiento al estilo almodovariano, pero cabe resaltar la diferencia de que esta pieza se inclina más a la ironía y sutileza, mientras que el cineasta manchego se destaca más por el erotismo y el humor negro.

Cada uno de los conflictos fueron salvados de caer en los clichés, sin alejarse de la realidad, pero haciendo algo sublime, dándole fuerza a cada personaje sin abandonar sus condiciones humanas. Es la clase de cine donde, pese a las condiciones adversas, o perversas, busca brindar un aliento al público exaltando valores para una transformación de la visión de nuestro entorno.

Hay una propuesta de belleza, una estética emocional y que busca acariciar lo sublime del alma humana, superior a la naturaleza perversa que explica Sigmund Freud. Es tomar la fotografía como bandera de esa belleza que muchos artistas por los siglos han buscado para burlarse de la realidad, una belleza que les permita sonreír con esperanza a la vida, un oasis para la vista y el espíritu.

Aquí la cámara fue una compañera tanto del protagonista como de la historia en general. Mostraba espacios paralelos, como visiones generales, permitiendo que el personaje principal fuera visto como lo que es, un ser más en este universo, con sueños, anhelos y fracasos.

También lo magnifico es que esta película no se quedó en el entuerto dramático, buscó otros ingredientes como los románticos y humorísticos, mostrando lo absurdo de nuestras visiones.

Escenas memorables tiene muchas, pero la que estoy segura que nadie va a olvidar es cuando Fabricio, la pareja del protagonista Diego, mientras yace en Terapia Intensiva, sus padres prohíben a Diego pasar a la sala a verlo, a lo que el padre de Fabricio enfatizó “Prefiero ver a mi hijo muerto antes que contigo”, y el protagonista responde “Estás actuando como los hijoeputas que lo golpearon”.

“Azul y no tan rosa” es un réquiem a la vida, a la tolerancia, a buscar nuestros propios espacios en esta vida terrenal, a enfrentar los miedos, a dejar la vergüenza de mostrar lo que somos, y sobre todo, el respeto hacia el otro, un regalo de todo el equipo y su realizador Miguel Ferrari.

El cine nacional queda marcado con un antes y después de esta pieza, con una hechura que rompe con el barroquismo que frenaba el avance en nuestro lenguaje audiovisual.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

EEUU y Francia: esa eterna rivalidad cultural


Con motivo de ver la película francesa “Intocable”, cuyo título original es “Intouchables” pero traída al mercado venezolano con el nombre de “Amigos para siempre”, sencillamente resumo mi experiencia de que se trata de otra clase de film, lo que amo, el dinamismo, la oda la vida.

Pero este asunto de hacer arte es más egoísta que macho alfa negando comida al resto de la manada. Varios críticos expresaron que la construcción del film era esencialmente hollywoodense.

Olivier Nakache y Eric Toledano hacen una dupla interesante al escribir y dirigir a dos manos la película “Intocable”, cuya historia es resumida así: Philippe, un aristócrata que se ha quedado tetrapléjico a causa de un accidente de parapente, contrata como cuidador a domicilio a Driss, un inmigrante de un barrio marginal recién salido de la cárcel. Aunque, a primera vista, no parece la persona más indicada, los dos acaban logrando que convivan Vivaldi y Earth Wind and Fire, la elocuencia y la hilaridad, los trajes de etiqueta y el chándal. Dos mundos enfrentados que, poco a poco, congenian hasta forjar una amistad tan disparatada, divertida y sólida como inesperada, una relación única en su especie de la que saltan chispas. (FILMAFFINITY)

Dicha película, basada en una historia real, es obvio que traiga consigo una cierta exageración de lo real, ese veneno delicioso que trae todo arte, en este caso el séptimo arte. Para que vean que no exagero aquí dejo algunas de las expresiones de los críticos.

"Una película para público de multisalas, ávido de mensajes edificantes" (Sergi Sánchez: Diario La Razón)

"Oda al público medio. (...) Hollywood no podrá hacer una nueva versión de 'Intocable'. Mentira, la hará, pero será imposible hollywoodearla más" (Javier Ocaña: Diario El País)

Y yo me pregunto, ¿es que acaso todo el cine que ha hecho Estados Unidos es tan basura para desecharlo?, ¿acaso el cine francés posee eternamente la etiqueta de ser perfecto por haber sido la génesis?. En todo caso lo que se debería revisar es tanto el uso de los avances tecnológicos como las historias desarrolladas. Lo que es innegable es que al toparse con una película como esta uno sale revitalizado, amando la vida, entendiendo que las diferencias no nos separan sino que nos hacen particulares, que esas diferencias son para disfrutarlas, que la compasión no es suficiente, que la gallardía está allí como el recurso para ser feliz. Total, ¡la vida es una sola!

De mi parte puedo decir que la historia de este film está sabrosa, los personajes magistralmente construidos para amarlos y comprenderlos, que nos muestra la maestría actoral de François Cluzet como el millonario cuadrapléjico y Omar Sy como el inmigrante asistente. A fin de cuentas, ¿qué buscan en una película?, eso es lo que define las preferencias del público y los diferencia. Si lo que quieres es reír y salir con un sabor divino en el alma entonces para ti es este film francés.

jueves, 18 de octubre de 2012

Lecturas diversas de un país


¿Qué es el hábito de lectura?, bueno es lo que acostumbra a hacer una persona sedentaria, floja físicamente, echarse en cualquier rincón con un libro a pasar horas hojeando las páginas, así sea en una esquina maloliente con punketos y borrachos, o acompañado del violín que suena en los vagones del metro. Afortunadamente mi sentido del olfato viene con falla de fabricación.

A todas estas, si nos vamos al sentido práctico de la ganancia inmediata eso de poseer un hábito de lectura pues no se ve. Es decir, un ser común y corriente le parece una loquera y sinvergüenzura esa cosa de echarse a leer. ¿Para qué?, eso es una gastadera de dinero y de tiempo.

Resulta que muchos de esos ociosos lectores sendentarios, y sin vida social, escribieron. Sí, resulta que muchos de ellos se convirtieron en escritores de buena pluma, con mucha o suficiente fama, pero ahí dejaron sus pensamientos. Ajá, y lo más interesante de todo esto es que algunos de ellos no fueron de otros países, sino de la misma tierra donde te pegó el olor a arepa asada, o a ese fogón donde se cocinaba un cruzado, o quizá ese olor amargo cuando se prepara el casabe.

Sin embargo, y esto hay que tenerlo presente, primero, la génesis de todo este meollo del pensar fue en la Grecia antigua, sí, porque otra cuerda de ociosos les dio por pensar, y crearon aquello de la filosofía. Definitivamente una gente sin oficio. Hasta llego a creer que la mayoría de los griegos eran una cuerda de burgueses que mataban el ocio conversando en la plaza, y pensando de que si primero fue Dios o el hombre, mientras los esclavos trabajaban para ellos. ¿Será entonces que los que trabajamos no tenemos tiempo para leer y pensar?, tal vez ahí está la respuesta de toda mi angustia.

Pero como decía, y voy a intentar explicarme con más claridad, después de esa génesis de la filosofía de la antigua Grecia afortunadamente surgieron los trágicos griegos, es decir, la dramaturgia, la semilla de la literatura, y después de ahí, todo lo poco o mucho que conocemos del fenómeno de escribir. Libros de ciencia ficción, de investigación, poesía, etc, hasta los de autoayuda que los podemos ver desde hace unas décadas.

Hay otros señores que le dan demasiada importancia a eso de la lectura. Voy a citarlos. Por lo menos el escritor argentino Mempo Giardinelli asegura que en su país el índice de lectura es muy bajo, que ni los empresarios ni los líderes sindicales tienen ese hábito. Cosa grave pues. “En nuestro país nadie lee. Ni los docentes, ni los gobernates, ni los economistas, ni los sindicalistas, ni los empresarios”, cita textual. Cónchale chico, pero no creo que la cosa sea tan negra así como la pintas. Tal vez coincido contigo cuando dices “La vulgarización televisiva, que es uno de los mayores obstáculos para la lectura, viene alentada desde la estupidez de la dictadura”. Bueno, creo que me estás lanzando unas luces. Puede ser. Entonces me explicaría muchas cosas.

Luego sale el filósofo y sociólogo francés Gilles Lipotvetsky y dice así, como que si él fuera la eminencia en este siglo XXI, que la cultura pasó de ser subversiva a convertirse en un hecho comercial. Pero bueno, ¿es que acaso los artistas no tienen derecho a comer?, ¿de dónde crees que alimentan a su familia?, ellos también tienen derecho. Entonces el tipo, de manera tajante, explaya su idea así “El modelo del artista rebelde que rechaza las normas del mundo burgués pertenece al pasado, el arte ha pasado de ser subversivo a un arte comercial”. No señor, no estoy de acuerdo contigo, ¿cómo vas a pensar que Wisin y Yandel no son unos rebeldes, ¿tú no les ha visto los lentes oscuros y el blin blin?, eso es símbolo de una rebeldía. No le pares a esos de los carros deportivos y las modelos varias que aparecen en sus vídeos. Esos hombres, jamás, tienen los mismos deseos que un burgués.

Si la cosa fuera poca entonces aparece Václav Havel y nos dice que “sin memoria histórica no hay identidad”. ¿No sabes quién es Havel?, pues dramaturgo y teatrista que luego le tocó asumir el rol como presidente de la República Checa en dos periodos. Ajá, y entonces resulta que si yo no sé con cuántos hombres combatió Simón Bolívar en la Batalla de Carabobo acontece que no tengo identidad cultural, explícate mejor chico, porque por lo menos estoy segura que el caballo de Simón Bolívar era blanco, o eso dicen, tú sabes, es que hasta los hechos históricos y culturales se preservan en una especie de oralidad ingenua.

Lo que pasa es que estos hombres son unos ociosos de la lectura, sedentarios, fofos, de esos aburridos que no bailan en una fiesta, es decir, no son el tipo ideal para muchas. Pero bueno, en este país también existieron y existen hombres así, y para entender esta perorata de la identidad cultural pues voy a dejar una lista de los libros que creo todo venezolano y venezolana debería leer, porque yo sí creo que es vital, urgente, una identidad cultural que nos una:

- “Mensaje sin destino” de Mario Briceño Iragorry
- “Autoestima del venezolano” del Manuel Barroso
- “Doña Bárbara” de Rómulo Gallegos
- “Boves, el urogallo” de Francisco Herrera Luque
- Cualquier artículo de opinión u obra de teatro de José Ignacio Cabrujas

Y espero luego hacer otro post con una lista más grande.

miércoles, 10 de octubre de 2012

El destino de una nación y el rol de sus ciudadanos


El hombre tiene dos caminos para actuar: nada junto al destino, o mueve con fuerza sus brazos y piernas para sobreponerse a él. La coyuntura de los contextos culturales y sociales no debería limitar los sueños y oportunidades de cada uno de los seres humanos que compartimos este planeta, o una porción de tierra llamada nación.

Lamentablemente en América, específicamente Latinoamérica, la imagen vendida dentro y fuera es de pobreza. Imagen que se refuerza desde los medios de comunicación masivos, la industria cultural como el cine, se instala el uso de marcas como formas de distinguir las clases sociales, patrones culturales más de masas que de identidad propia de los pueblos.

En ese espacio, el hombre honestamente no toma un respiro, momentos de soledad, para meditar y reflexionar sobre su rol. Es meramente un títere del destino, títere de los juegos de los políticos y títere del poder económico, se siente obligado a consumir para sentirse parte de cierto grupo social.

El problema de la discriminación es tanto su factor interno como externo, pues su efecto desde el exterior es nocivo, pero más pernicioso es cuando se instala en el interior del individuo, cuando le da cabida a percepciones erradas sobre su persona, cuando desconoce de su verdadero ser, por eso es tan importante y vigente las palabras del Oráculo de Delfos que vio Sócrates “Conócete a ti mismo”.

¿Te dicen niche?, ¿te consideras un niche?, ¿te consideras un sifrino?, ¿crees que eres un resentido?, ¿te consideras alguien de mal gusto?, ¿te han dicho tuky?, y así podría sacar una serie de adjetivos que parecen divertidos pero demuestran nuestro lado prejuicioso e intolerante.

Es comprensible, tal como explica Maslow, que una de las necesidades del ser humano es el sentido de pertenencia, estar en un grupo social y ser aceptado allí, es en esa situación donde fortalece su autoestima, su amor propio, por ende en sentido contrario sería una persona con el autoestima tambaleante, y eso explica el hecho de buscar perennemente pertenecer a un grupo o subgrupo social, y a partir de ahí definir o fortalecer el patrón de su personalidad.

Ok. Toda esta cháchara para contar lo que me pasó recientemente. Discutiendo en la oficina el asunto político y social que vive en la actualidad en el país previo y después de las elecciones, mis conclusiones, bien personales y tajantes, es que más allá del asunto económico, hay un aspecto cultural y emocional enraizado, ya sea de manera positiva o negativa, según como se vea.

Yo explicaba que muchos políticos se valen de la pobreza para manipular al electorado. Pobreza que no es sólo económica sino cultural, el desconocer la historia, los hechos previos, para no tropezar con la misma piedra, así de simple, sin embargo, ese mismo pueblo, vanagloriado y a la vez burlado, al desconocer su historia es víctima de recaer.

Creo con firmeza y pasión que para destronar la pobreza cultural uno de los mecanismos importantes e indiscutibles es incentivar en el pueblo el hábito de la lectura. No obstante, aprendí que tanto al poder económico como político no le interesa que el pueblo sea culto, que lea, que no sea un títere por su ignorancia. Entonces la responsabilidad queda en manos de cada quien.

Luego de la discusión la respuesta fue: “Nadie está obligado a leer como tú Karla, no me puedes obligar a crear un hábito de lectura que no tengo, esa eres tú que te gusta”. Y recapacitando esta respuesta caigo en locha que sin duda soy una extraña en mi país, un bicho raro, una extranjera en mi patria, y sé que como yo muchos tienen la misma sensación. Que hasta la ignorancia es una elección de vida.

Me podrán decir sedentaria. En realidad no soy amante de las actividades deportivas. Y no me voy a justificar, que si el costo de los gimnasios, que si la inseguridad en la calle. Siempre he sido promotora de la frase “Querer es poder”, así que debo ser congruente con mi discurso. Pero sin duda, más daño le hace al país un pueblo ignorante que un pueblo sedentario. Los ciudadanos son los que hacen en su conglomerado y mayoría el destino de una nación.

De mi madre aprendí que si no yo hacía nada por mi destino más nadie lo iba a hacer. Ella no sólo sembró en mí la semilla del hábito de la lectura sino que formó en mí un sistema de superación a pesar de la circunstancias. Mi conclusión es que cada quien es responsable de su destino, de lo que conoce y desconoce, de sus éxitos y fracasos, de sus alegrías y tristeza, del charco sobre el que camina o las flores que acompañan su camino. Yo seguiré trabajando por lograr mis sueños, burlando los obstáculos, desarrollándome en lo intelectual y emocional, y diré como el chapulín ¡Síganme los buenos!

martes, 2 de octubre de 2012

Están todos bien: ver la belleza de la vejez



Tratar el tema de la vejez puede parecer tierno para cualquier escritor o cineasta. Es una etapa de la vida que brinda muchas aristas para cualquier artista. Sin embargo, la belleza, ternura y soledad que lo acompaña se dibujan como trampas asesinas que pueden devorar la creatividad de cualquier inocente enamorado creador que quiera sorprender a los lectores o espectadores.

Por ahora, lo que corresponde a nuestra idiosincrasia americana todavía es difícil comprender y mirar con profundidad el hecho de la vejez. Por los momentos está plagado de muchos estigmas. No es muy común ver este personaje como protagonista en alguna producción cinematográfica en este continente. Por los momentos, lo que puedo citar es la película argentina “Conversaciones con mamá”. De todas maneras, dicha pieza se centra más en la visión que tiene el hijo sobre su madre entrada en la tercera edad.

“Están todos bien” (Stanno tutti bene) es una road movie donde el espectador se lanza un viaje por tren con Mateo, un viejo siciliano viudo y jubilado, que decide ir a visitar a sus cinco hijos que están repartidos en diferentes ciudades de Italia. “Este viaje sólo le sirve para comprobar que, bajo una apariencia de prosperidad y bienestar, la vida de sus hijos y sus familias está marcada por la tristeza y la insatisfacción”, reseña la página Filmaffinity.

El viaje sirve como excusa para ir mostrando, a lo largo del recorrido, todos los recuerdos del viejo Mateo, y es que pasen los años que pasen siempre los padres verán a sus hijos como los niños inocentes y juguetones.

Aquí el director se pasea en esa nostalgia de los ancianos, así como sus aparentes lagunas, del mismo modo muestra el anhelo que todos los padres tienen sobre el futuro de sus hijos, y de manera inteligente lo contrasta con los fracasos.

Lo magnífico de esta pieza es el acierto y el uso equilibrado de cada elemento dentro de la historia. Las dosis de drama y de comedia están perfectamente equilibradas. Aquí se refuerza la visión del hombre familiar y padre protector que caracteriza a la sociedad italiana.

En esta película se conjuga la angelical y auténtica actuación de Marcello Mastroianni, con el toque musical de Ennio Morricone, y el acompañamiento de Tonino Guerra y Massimo De Rita en el guión, todos bajo la batuta de Giuseppe Tornatore. Esta conjugación de talento, experiencia y creatividad entrega un producto final digno del buen cine italiano, ese cine humano, profundo, comedido y alegre a la vez.

El director Guiseppe Tornatore, más recordado por su película “Cinema Paradiso” y luego “Malena”, reitera aquí el amor que siente por Italia, sus pueblos, la sencillez de su gente, regalando personajes entrañables, nobles, de espíritu humilde, ese encontrarse con la mortalidad de forma serena, personajes sin avaricia, limpios de exageraciones, comunes, cercanos, a veces fracasados y otras dignificados. Tornatore no juzga a sus personajes, los ama, al igual que Federico Fellini amó de manera infinita a los suyos.

martes, 11 de septiembre de 2012

“Un mundo feliz” o de cómo nos engañamos


Desde unos meses tengo la costumbre de hacer fichas con citas que voy tomando de los libros que leo. Le llegó el momento a la novela “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, y desde la universidad nos la estaban recomendando, y la conseguí en oferta, cosa bien curiosa que el conocimiento y la sensibilidad se ponga en oferta, bueno, tal vez por aquello que se haga más accesible. Ojalá ese asunto se resolviera con una simple medida de mercado llamada oferta.

La novela no es fácil porque se pasea entre una especie de ciencia – ficción con algo existencialista, pareciera novela filosófica. En resumen, nos hallamos frente a un grupo de humanos que son fabricados en serie según un molde que predestina su ubicación social, con el argumento de que ello contribuye al equilibrio de la sociedad. Nos hallamos frente a sujetos que quedarán como obreros, otros como pensadores, otros como directores, pero con la salvedad que serán pocos los destinados a ser pensadores. Mientras tanto la promiscuidad forma parte de los valores y la familia como un antivalor, una especie de juego que busca evitar lazo afectivo.

Así hago mi primera ficha con la siguiente frase:

“… este es el secreto de la felicidad y la virtud: Amar lo que uno tiene que hacer. Todo condicionamiento se dirige a lograr que la gente ame su inevitable destino social.”

Una entiende el sarcasmo, le da algo de risa, es un sarcasmo ligero que lanzó el escritor. Pero luego viene la segunda ficha:

“Herencia, fecha de fertilización, grupo de Bokanovsky al que pertenecía, todos estos detalles pasaban del tubo de ensayo al frasco. Sin anonimato ya, con sus nombres a través de una abertura de la pared, hacia la sala de predestinación social”

Y entonces en este punto vas entendiendo que hay muchos hechos que parecieran prefabricados, algo así como la predestinación que lanzan los dioses en las tragedias griegas, y la lucha del protagonista por ser alguien más que un simple títere del destino. Luego llega la tercera ficha:

“- Un sólo centímetro cúbico cura diez sentimientos melancólicos - dijo el predestinador ayudante, citando una frase de sabiduria hipnopédica.”

Lo confieso, en este punto llegué a pensar en el alcohol y todas las drogas, y en una especie de pensamiento nihilista una dice para sus adentros “¡Ay no vale!, este escritor se pone pacato”. Bueno, aquello de hablar del arte pacato o no, eso quedará para otro escrito, el punto es que la novela la empiezas a sentir como una cachetada a tus patrones, tus conceptos, lo que crees hermoso, lo que mirabas como supuesto equilibrio, o sandeces de rebelde sin causa.

Pero eso no es todo, luego el autor nos plantea la dicotomía entre el mundo civilizado y el mundo que consideramos primitivo, las tribus, etnias, sus costumbres, y entonces nos hallamos con un personaje que descubre el valor de las palabras como lo hizo John, el de la tribu.

“Las extrañas palabras penetraron como un rumor en su mente; como la voz del trueno; como los tambores supieran hablar; como los hombres que cantan el canto del maíz, tan hermoso que hacía llorar; como las palabras del viejo Mitsima sobre sus plumas, sus palos tallados y sus trozos de hueso y de piedra.”

Una de las cosas que también me animó a leer esta novela es la reflexión en el prólogo que lanza el escritor:

“Grande es la verdad, pero más grande todavía, desde un punto de vista práctico, el silencio sobre la verdad”

Aquí es cuando entiendes el poder de la verdad y lo grave del silencio. Que criticar unos paradigmas no es caer en moral vetusta y carente de evolución. A todas estas, nos hallamos con una novela que inteligentemente, más allá del mensaje, mezcla con frescura los textos descriptivos y los diálogos, donde además el autor hace gala del sarcasmo, la burla, nos muestra los vicios del poder y hace una invitación a que el ser humano descubra la fortaleza de su individualidad.

viernes, 27 de julio de 2012

La norma es ser “Siempre feliz”


El bien más apreciado por todo ser humano es la felicidad, son variados los caminos dibujados hacia ella, y muchas veces se confunde el dinero como la llave para obtenerla. En esta comedia dramática, producida y hecha en Noruega, de bajo presupuesto, que significó el debut de la cineasta Anne Sewitsky, nos habla no sólo de la atmósfera femenina y su cotidianidad, sino del encuentro de todo individuo hacia su libertad y dignidad.

Esta película está tan magistralmente manejada en su guión y actuaciones, que la fotografía y la banda sonora se sienten como acompañamientos que no pesan al ritmo de la historia.

Su nombre original es “Sykt Lykkelig”, ya verán ustedes si lo logran pronunciar, traducido al inglés como “Happy happy” y llevado al mercado hispano con el título de “Siempre feliz”. Estrenada en el 2010, obtuvo el premio del jurado en el Festival de Sundance y premio como mejor película en el Festival de Sevilla.

Tuve la oportunidad de verla en el ciclo de cine noruego que realizó la Fundación Celarg, y al salir me quedó la sensación como que debía haber sido hecha por una mujer, y no me equivoqué.

Dice así la sinopsis: A pesar de su soledad y del distanciamiento de su marido, Kaja es un ama de casa optimista y muy abierta. Elizabeth y Sigve, unos vecinos que acaban de instalarse y que parecen el paradigma del matrimonio perfecto, la tienen fascinada: son guapos, sofisticados, tienen un hijo adoptivo negro y cantan en un coro. (Por Filmafftinity)

Lo que pudo haberse planteado en una narrativa predecible soltó en varias oportunidades las carcajadas de los presentes en la sala. Fue una mirada casi inocente a la intimidad de las parejas cuando entran en conflicto. Sin embargo, ese nudo dejaba de ser tan inocente cuando tenía consecuencia en los hijos de ambas parejas.

Es justamente en el elemento de los infantes donde despliegan la genialidad y de la denuncia sutil, tanto la cineasta Anne Sewitsky como la guionista Ragnhild Tronvoll, y entregan en este film la originalidad del mensaje que quieren llevar.

El niño blanco jugando a que somete al niño negro, en paralelo uno de los padres es quien somete a la esposa, todos ellos como sujetos que repiten un patrón que consideran normal, y luego la ruptura de los prejuicios y los patrones como formas de hallar la verdadera felicidad.

También resalta el uso de la desnudez como símbolo de la libertad sexual para hallar la felicidad, valga redundar en la palabra, donde el acto en sí no es por buscar placer sino ese afecto que está deficiente en el interior del individuo. A la cantidad de elementos sorpresivos, dentro de la historia, se une también el final reivindicativo. Por todo ello vale la pena ver esta producción.

martes, 10 de julio de 2012

Almodovar: cineasta sin género


El arte dramatúrgico, o para cualquier escritor, camina entre tragedia y comedia desde los antiguos griegos. Estos géneros han ido fusionándose y evolucionando a la vez. La comedia conoció a su hermana, “la farsa”, de la mano de los italianos y luego de los españoles, así como la comedia burlesca, entre otros.

Por su parte la tragedia ha dado luz a otro género que es el drama, puede verse además en uno que se creía netamente perteneciente a los escritores románticos latinoamericanos como es el melodrama; pero lo que es indiscutible es que muy pocos dramaturgos o escritores lograban dominar la tragicomedia.

Pedro Almodóvar, como viejo león que domina el arte de la escritura para cine, y que de igual manera debe sortear con las técnicas de la tragedia impuestas por Aristóteles, ha buscado hacer su propio estilo, romper con los géneros, buscar la libertad absoluta de sus historias, así como lo ha declarado en diversas entrevistas.

Su más reciente película “La piel que habito” bien pudiera decirse que es el Almodóvar que él mismo quiso ser, un cineasta que no fuera fácil de encasillar. Aquí logró su obra maestra en cuanto a ruptura de género. En instantes puedes reírte con la historia, plantea pocos momentos absurdos, mientras en paralelo los personajes deben convertirse en acróbatas de sus propios dramas, sin perder en ningún momento la coherencia de los nudos y el desenlace.

Al principio de la década de los 80 pudiera verse a un Almodóvar torpe en cuanto a la construcción de la historia. No obstante estaba claro que buscaba plasmar los mundos interiores de sus personajes, sobre todo de las mujeres, como si fueran un árbol y del cual narraran desde su raíz hasta cada uno de sus ramajes.

Cuando llegan a las salas de cine “Pepi, Lucy, Bom y otras chicas del montón”, vemos a un cineasta joven, urbano, subversivo y sobre todo cargado de sensualidad nada pudorosa, pero técnica y dramaturgicamente torpe.

Posteriormente “¿Qué he hecho yo para merecer esto?” nuevamente llena la sala con su humor, sus personajes femeninos conflictuados, obstinadas, agresivas, atrevidas, soñadoras, apasionadas. Su humor se vuelve más hilarante cuando trae al cine una burla a la compasión de las congregaciones de monjas de la caridad con “Entre tinieblas”.

Para aquel entonces Almodóvar ya tenía un nombre hecho entre el grupo de los cineastas españoles, sin embargo no había clavado su apellido en el ámbito internacional hasta que trae “Mujeres al borde de un ataque de nervios” que le valió la calificación de comediante, así como la nominación al Oscar por mejor película de habla no inglesa, el premio al mejor guión en el Festival de Venecia y 5 premios Goya. Pero él no estaba a gusto con esa denominación.

En sus siguientes trabajos coqueteó con el drama, siempre desde la óptica femenina, por lo cual los críticos indicaron que sus historias consistían en melodramas. Así se pudo observar en “Átame”, “Tacones Lejanos” y “Carne Trémula”. En estos casos pudo observarse que dejaba a un lado el tema de la homosexualidad para enfocarse en el deseo femenino. Pero parecía que el público se cansaba de ese cineasta que resaltaba la sexualidad de sus personajes. Inclusive podría decirse que al introducir a Miguel Bosé en la película “Tacones Lejanos” buscaba la mirada internacional, pero no fue así.

Almodóvar sacó al mercado a un joven actor, Antonio Banderas, y lo convirtió en un león también, pero de la actuación, y de igual manera mostró el talento puro de la actriz Victoria Abril. Pero seguía el fantasma de “Mujeres al borde de un ataque de nervios”.

En 1999 y en el 2000 los ojos del mundo volvieron hacia Almodóvar con dos dramas de punta fina como fueron “Todo sobre mi madre” y “Hable sobre ella”. El primero le valió un premio Oscar a la mejor película de habla no inglesa, y la segunda igualmente un Oscar pero a mejor guión original. Ya en ambas películas había abandonado el conflicto de la sexualidad femenina, y ahora tocaba algo más hondo, como eran sus deseos como sujeto inmerso en las relaciones humanas. En ambos casos habló del conflicto de identidad, tanto de los homosexuales como de los travestis, e incluso de la misma mujer pero en voz de un travesti como fue en el caso de “Todo sobre mi madre”, donde una vez más dio muestra de que no perdía su sentido del humor tan particular, bien podría decirse un humor almodovariano. Les valieron premios Goya, Globo de Oro, Bafta, César, y de los Críticos de Nueva York. Con estas dos películas logró sacarse un poco el fantasma de “Mujeres al borde de un ataque de nervios”.

Ahora quedaba la incógnita, ¿pertenecía Almodóvar al género del melodrama? Tal parecía que sí. ¿Pero cómo calificar su película más atrevida “La mala educación”?, esa fue ubicada en ese género, y así entraron en el mercado su dos posteriores como fueron “Volver” y “Los abrazos rotos”, donde le dio cancha abierta a la actuación de Penélope Cruz.

“La mala educación” pasó sin pena ni gloria en el ámbito de la crítica internacional. Tal parecía que su construcción de los personajes homosexuales no le interesaba al público y tampoco a la crítica, sino que buscaban a esas mujeres neuróticas de Almodóvar. “Volver” le devolvió el respeto internacional, el cual se mantuvo con “Los abrazos rotos”.

Tampoco es fácil hablar de un cine feminista en la pluma y mirada de Almodóvar, aunque así pareciera armar su estilo. Siempre sus mujeres son heroínas, fuertes, dominantes frente al yugo masculino, independientes. Había un vaivén entre el drama y la comedia. La búsqueda del amor y la autorrealización daban a sus películas un aire de melodrama. Tal como él lo confesó en entrevistas cuando habló de la película “Volver”, lleva tras de sí mucha influencia de las mujeres de su familia y del pueblo donde creció, donde eran ellas las que llevaban el orden y control de la casa.

Pero, ¿qué pasa cuando la búsqueda del amor resulta la propia condena del personaje y se halla frente a una pesadilla?, ahí está lo complejo de la historia “La piel que habito”, donde desarrolla con absoluta libertad el tema del conflicto de identidad y en paralelo dignifica el sentir de la mujer, de una forma absolutamente brutal, rozando con el estilo del film noir francés.

Anteriormente hice el inciso de Antonio Banderas y de Victoria Abril, quienes trabajaron juntos como protagonistas en “Átame”. Cabe destacar que esta película le abrió las puertas a Banderas para el mercado estadounidense. “La piel que habito” era la expectativa del reencuentro entre Banderas y Almodóvar, pero no acompañado de Abril, sino de otra actriz con la misma energía y fuerza interna como es Elena Anaya. De hecho, así mismo la define Almodóvar, y en diversas entrevistas ha asegurado que ahora viene la etapa Anaya.

En cuanto al fenómeno de las actrices cabe destacar que primero fue Carmen Maura la chica Almodóvar, posteriormente Marisa Paredes, después Penélope Cruz, y ahora le toca a la etapa Elena Anaya.

“La piel que habito” es entrar en un estilo diferente, desconocido, sin abandonar los pequeños conciertos de sus películas, con cortos diálogos pícaros. No se trata de un juego de malos y buenos, sino de personajes aún más complejos que en sus obras anteriores, sin caer en el melodrama.

Para esta película Almodóvar le solicitó a Banderas que se olvidara de todo lo que había hecho antes. Quiso hacer un trabajo desde cero partiendo de un estilo frío de los protagonistas de los film noir francés, cosa que absolutamente logró, y Banderas con el talento y la madurez consiente el capricho del director manchego. Algunos críticos miraron de mala manera la mezcla de géneros del cine, no entendían los elementos cómicos dentro de la película. Sin embargo cabe destacar que no se puede hablar de un cine español, netamente español, o italiano, sin el más mínimo asomo de algún instrumento cómico, sería saltar a otro contexto que nada tendría que ver con la sociedad española o italiana, rompería con sus idiosincrasias.

Para algunos un pastel de estilos y géneros, para mí fue la madurez de su estilo propio.

viernes, 29 de junio de 2012

Coloquio bajo la palma - Andrés Eloy Blanco


Lo que hay que ser es mejor
y no decir que se es bueno
ni que se es malo,
lo que hay que hacer es amar
lo libre en el ser humano,
lo que hay que hacer es saber,
alumbrarse ojos y manos
y corazón y cabeza
y después, ir alumbrando.

Lo que hay que hacer es dar más
sin decir lo que se ha dado,
lo que hay que dar es un modo
de no tener demasiado
y un modo de que otros tengan
su modo de tener algo,
trabajo es lo que hay que dar
y su valor al trabajo
y al que trabaja en la fábrica
y al que trabaja en el campo,
y al que trabaja en la mina
y al que trabaja en el barco,
lo que hay que dar es todo,
luz y sangre, voz y manos,
y la paz y la alegría 
que han de tener aquí abajo,
que para las de allá arriba,
no hay que apurarse tanto,
si ha de ser disposición
de Dios para el hombre honrado
darle tierra al darlo a luz,
darle luz al enterrarlo.

Por eso quiero, hijo mío,
que te des a tus hermanos,
que para su bien pelees
y nunca te estés aislado;
bruto y amado del mundo
te prefiero a solo y sabio.

A Dios, que me dé tormentos,
a Dios que me dé quebrantos,
pero que no me dé un hijo
de corazón solitario.

Andrés  Eloy Blanco

domingo, 20 de mayo de 2012

Siempre nos queda El Renacimiento



Hubo una vez en que la humanidad pasó por el oscurantismo de la Edad Media y necesitó superarlo con El Renacimiento.

Hagamos un ejercicio de historia. Los griegos no tenían investigaciones ni tratados que les precedieran. Sólo contaban con los jeroglíficos que dejaron los egipcios y su mitología. Con ese vacío ellos crearon sus propias mitologías, obviamente influenciados por los egipcios. De igual forma fueron los padres que les dieron nacimiento a los primeros tratados médicos, aunque fueran empíricos, y también precursores de la filosofía, la geografía y la historia.

Es tan determinante la influencia de la civilización griega que hasta con ellos nació lo que conocemos hoy como dramaturgia. No sólo la escribieron sino que Aristóteles sacó un tratado sobre cómo debía ser construida la historia con la “Poética”.

Luego llegaron los romanos y trataron de montar su idiosincrasia sobre lo griegos, pero no pudieron totalmente. Los escritores romanos estaban influenciados por los trágicos y cómicos griegos. Pero ahí no queda todo.

Luego se alzó la religión católica con su santa sede como máximo exponente de lo que debería ser el conocimiento y sabiduría de los pueblos. Esta etapa es la que se llama como Edad Media. El conocimiento estaba en manos de la iglesia y del poder monárquico.

Pero surgió El Renacimiento, la ilustración, la necesidad de rescatar. Empezaron los intelectuales a convocar al derecho del ciudadano a estar informado, a poseer el conocimiento, a sacarlo del claustro de las iglesias. Los artistas buscaron la génesis del arte, las esculturas griegas y romanas.

¿Saben qué pasó en esa búsqueda? , cientos de textos de teatro perdidos, esculturas rotas imposibles de recuperar. Entre las obras de teatro había tragedias de Sófocles, del comediante Plauto también fue difícil rescatar todas sus obras, de hecho hay obras rescatadas a medias porque quedaron partes imposibles de descifrar, en la iglesia sobre-escribían sobre los papiros donde originalmente habían escrito sus textos los trágicos y cómicos del teatro. Pero normal, nada de qué angustiarse, a fin de cuentas, nos salvó El Renacimiento. Estamos hablando que entre los griegos y El Renacimiento pasaron más de mil años. No sé con exactitud si fueron mil 1.100 o 1.400 años. ¿Se imaginan un papiro recibiendo polvo y moho de la humedad durante todos esos años?

Ahora leo que van tres librerías independientes cerradas en lo que va año y medio en Caracas. Diría Mario Vargas Llosa que la cultura está muriendo lentamente en la que debería ser una metrópolis, tristemente convertida en cemento de muerte. Esta vez le correspondió a la librería Libroria, así lo anunció en una nota de prensa Daniel Fermín en el periódico El Universal.

Mi país no está bien, y me duele. No debería ser tolerable que un docente no tenga hábito de lectura, tampoco mis colegas periodistas, muchísimo menos aquellos que trabajan en los medios impresos.

Les diré algo, lo que realmente está acabando con el nivel de conocimiento y cultura general que pueda tener un venezolano no es que los libros estén más caros, que es una realidad, pero ese no es el meollo en sí. Hay otro asunto ahí latente. Pregunte entre sus amigos quiénes leen y con cuál frecuencia. ¿Un libro al año, dos libros, tres, o nada?

Afirmaban los libreros en el reportaje publicado por Daniel Fermín que anteriormente eran los docentes los que más compraban libros, que eran asiduos visitantes de las librerías cada quincena, pero que la inflación que afecta la economía en el país, o mejor dicho la estanflación, ha afectado el bolsillo también de los encargados de inculcar y expandir los conocimientos. ¿Acaso los libros es un asunto sólo de los docentes?, pregunto yo, ¿cuál debe ser el accionar de los ciudadanos para considerarse ciudadanos como tal?, claro, el ejemplo comienza con la cabeza, ¿y el resto?

Pero ahí estará un segundo renacimiento para rescatarnos. Lo que no sé es qué se perderá en el ínterin. Puede que muera la música de Los Beatles, o tal vez no, puede que mueran las películas de George Melies, tal vez en 500 años nadie se acuerde de las películas de Charlie Chaplin, pueden pasar muchas cosas, pueden morir las novelas de Gabriel García Márquez (para sus dolientes), o sólo se salve “Cien años de soledad”.

¿Acaso se trata de un proceso de depuración de información?

Hasta el momento yo no he visto una licorería cerrar. ¡Ah!, si eso ha pasado en alguna latitud de Venezuela me pueden escribir a mi correo (karlapravia@hotmail.com)

viernes, 18 de mayo de 2012

“Carta a un niño que nunca nació”: otra maternidad


Hablar de la maternidad sin el sentido místico al que le han impregnado es difícil y puede parecer creación de un ser hereje. Sin embargo, la maternidad debe navegar en el día a día, en los hechos cotidianos, en la ruptura de un estado “normal” a un estado “especial”, porque tampoco corresponde con el estado de una mujer “enferma”.

En 1975 Oriana Fallaci sorprende al mundo literario con su novela “Carta a un niño que nunca nació”, donde da la bienvenida al lector o lectora con las siguientes palabras: 

 
A quien no teme la duda
A quien se pregunta los porqué
Sin descanso y a costa
De sufrir de morir
A quien se plantea el dilema
De dar la vida o negarla
Está dedicado este libro
de una mujer
para todas las mujeres


Desde las primeras líneas se lee el amor obligado de una mujer por un niño que no esperaba tener. Una situación que no se comprende, una transformación inevitable, el rechazo indirecto y las consecuencias posteriores.

La novela es desgarradora en su verbo, intensa, humana, tampoco cae en la diatriba atea para dar respuesta a las inquietudes, pero si pone en la mesa de las discusiones los prejuicios sociales y religiosos con respecto a la maternidad.

Algunos prejuicios han sido superados. Pero en la piel aún se siente parte de ese trajinar de la mujer en su autodefinición, que incluso supere al concepto de la maternidad como arquetipo.

La protagonista de la novela queda embarazada sin esperarlo, sin planificarlo. Es una mujer que no está casada, y tampoco tiene una relación estable. Debe lidiar además con la estructura social que no tenía espacio para la madre soltera, así como el constructo dogmático de la religión católica que dominan. Del mismo modo debe sobreponerse al dolor de ser rechazada por el hombre que sería el padre de la criatura, y luego tener claro el verdadero concepto del perdón sin caer en ambigüedades de criterio que pudieran humillar a su ser.

“Anoche supe que existías: una gota de vida que se escapó de la nada”. Esta frase con que comienza describe el núcleo de la historia. Hay una nada, la teoría del vacío, y un ente que llega inesperadamente. Esa “noche” es el momento donde siempre se conjuga el amor carnal, la oscuridad, la mujer que tiene una relación sexual antes del matrimonio. Y, a la vez, es aquella que busca algo de vida, la gota de vida, en el compartir con el hombre. Es el autodefinirse como mujer estando con el compañero, ya que sin él es difícil mirarse como partícipe de la sociedad, y luego volverse a mirar con la capacidad de estar sin él.

Posee un ritmo propio de la genialidad e intelectualidad de Oriana Fallaci. Un ritmo bastante ágil, tierno y a la vez mordaz. Por eso la recomiendo, por la mezcla de sentimientos del personaje principal que se plasma en letras, y permite con ella deslastrarnos de nuestros propios prejuicios.

martes, 8 de mayo de 2012

“El Planeta de los Simios”: Fábula del miedo



“El Planeta de los Simios” de Pierre Boulle es el libro que dio origen a la fantástica saga cinematográfica que inició  Franklin J. Schaffner. Una novela con una narrativa sencilla, pero que sin duda su mayor peso radica en la historia.

Un periodista acompaña a una comisión de científicos a un viaje para explorar otro planeta, en otra constelación. Se trata del planeta Soror, en el sistema de Beltegeuse. Al llegar al destino descubre una zona que no sólo es habitable, sino también que es dominada por simios, quienes constituyen la civilización inteligente y con un lenguaje desarrollado, y que a diferencia de la Tierra, en esta los humanos son los animales que carecen de razonamiento.

En la novela Pierre Boulle desarrolla una aguda crítica al sentimiento de superioridad de los seres humanos, sumiendo al personaje principal en constantes momentos de zozobra al verse vulnerable en mano de los simios, ya que estos últimos desarrollan experimentos y estudios con los humanos.

Por tratarse de una traducción muchas veces el ritmo original de la narrativa se pierde. Sin embargo, este libro tiene a su favor que hace juegos entre la fantasía y la realidad que envuelve el interés del lector.

Al hacer uso de la imaginación el lector podrá percibir la angustia que vive el periodista. Es un paseo que a veces parece sencillo, sutil, otras tanta produce agobio, miedo. Es entrar en materia de la autocrítica a la especie a la cual uno mismo pertenece. La narrativa hace posible entrar en la piel del dominado, llegando a un nivel de subyugación que rompe con la paz interna.

¿Y si no fuéramos seres humanos sino cucarachas pisadas, o ratones que pronto moriríamos en un laboratorio?, ¿es la inteligencia argumento de peso para dominar sobre otros?

No prometo un estilo narrativo de vanguardia, pero sí una novela para analizar al final de su lectura.

miércoles, 2 de mayo de 2012

“Tan fuerte, tan cerca”: Lo que estuvo y ya no está


Al leer “Tan fuerte, tan cerca” de Jonathan Safran Foer bien pudiera pensarse que las vanguardias no se han extinguido en el arte, específicamente en la literatura.

Por medio de este relato Safran le da vida a un niño de nueve años, Oskar Schell, quien pierde a su padre en la tragedia del 11 de Septiembre en el World Trade Center, en Nueva York.

La novela discurre entre una inocencia rota ante la tragedia, una genialidad precoz y la nostalgia de un pasado que se encuentra con el presente, mientras la vista del lector recibe descanso entre páginas de frases breves y algunas fotografías, que son precisamente las fotos que va tomando Oskar Schell gracias a la cámara que dejó el abuelo.

Esta novela tiene a su favor que engancha en sus primeras páginas, tiene una agilidad y ternura que te absorbe en sus primera 100 páginas, pero cae después cuando plantea a Oskar, un niño de nueve años, dando respuestas como joven maduro y no correspondientes a su edad, pese a que quiera indicarse que es un niño de una inteligencia precoz. A veces muestra su mirada inocente y en otras no lo es tanto, por lo cual puede parecer ambiguo en su personalidad.

Posteriormente la palabra la toma su abuela, como narradora de todo aquello que vivió: la Segunda Guerra Mundial, el bombardeo sobre Dresden y la huída a Estados Unidos. De igual manera toma la palabra el abuelo de Oskar como otro de los testigos de los cambios en el mundo y de su miedo a los cambios, con la particularidad de que este personaje es mudo y sólo puede expresarse a través de escritos que va llevando en su libreta, lo cual hace enternecedora y profunda la historia.

El nudo principal de la novela radica en que Oskar consigue en un jarro, en el cuarto de su papá, una llave particular y cree que al conseguir la cerradura que abre esa llave hallará un mensaje de parte de su padre. Para él más que una aventura era sin duda una necesidad emocional de hallar una respuesta.

Aquí nos encontramos con un relato cuyos temas principales son el perdón, el amor y la muerte. El perdón de la abuela al abuelo, y de igual manera el amor que ella sentía por él, el perdón de Oskar al destino por haber perdido a su padre de manera tan abrupta ya que el responsable de todo ello no estaba muy claro, porque ¿cómo un niño de nueve años puede entender toda la historia de ese odio entre occidente y oriente?, ¿qué tenía que ver su padre en todo ello para luego morir de manera salvaje?, pero entonces surge la muerte como un hecho inminente de todos los seres vivos.

La genialidad de Jonathan Safran Foer es haberle dado un matiz humano a un hecho de la historia que fractura la visión de la globalización.

Los dejo con esta cita de Oskar Schell:

“El ser humano es el único animal que se ruboriza, ríe, tiene religión, declara la guerra y besa con los labios. Así que, en cierto sentido, cuanto más besa uno más humano es”

lunes, 23 de abril de 2012

¿Cuántos libros por año?

Hace cinco años leí en un informe de una organización mexicana, no me acuerdo el nombre, donde indicada que para aquel entonces el promedio de lectura al año en el país azteca era de 2 libros por persona, mientras que en Venezuela era de un libro por persona.

La escasa lectura en el país tal vez explicaría la memoria tan corta que poseemos los venezolanos. Tal vez esa sería la piedra que debe ser eliminada del camino para que el estudiante promedio obtenga buenas notas en Historia de Venezuela o Historia Universal.

En primer lugar cuando se habla de historia se piensa en hechos bélicos, y hay canales de televisión que lo mal interpretan así. ¿Acaso el hombre se resume a su estado más salvaje?

Entonces me asomé en la única biblioteca que tiene el Centro Asturiano de Caracas, con un señor de cabello canoso que aún posee fuerza para subirse a una escalera y bajar libros. Sus mesas lucían vacías a la espera de amantes de la lectura.

Tengo la dicha de vivir en Caracas, una ciudad que a pesar de su caos urbano es partícipe de diversas actividades culturales. Hace dos semanas asistí a un cambalache de libros en la Plaza de Los Palos Grandes, una actividad que se efectúa con regularidad en ese espacio. Allí los libros son rescatados gracias a sus nuevos dueños. Sin embargo me pregunto cómo queda el interior del país en todo esto, ¿como fantasmas del espacio?

En un día como hoy solo ruego que el sol que toca este suelo pueda ver ciudadanos que caminan acompañados de un libro bajo el brazo, que las armas de fuego se conviertan en hojas cargadas de palabras divinas y sabias.

¿Por qué existe en Venezuela la negación a la lectura?, ¿es responsabilidad del gobierno o de los ciudadanos?, ¿es responsabilidad del sistema de educación y los docentes?, ¿qué preponderancia tiene en todo esto el papel de las casas editoriales?, ¿qué pasa con el legado de grandes ilustres de las letras venezolanas?, ¿acaso el costo de los libros es demasiado alto para el bolsillo del venezolano promedio?, ¿será que no existen ofertas de libros?, ¿están las librerías nacionales actualizadas en cuanto los últimos libros que presenta el mercado internacional?, ¿tienen acceso los estudiantes universitarios de este país a los últimos y más destacados textos referentes a sus carreras?

Lo que si tengo claro es que la verdadera formación civilizadora del ser humano comienza en el hogar, es la básica, fundamental, e imprescindible. Es el único camino donde la inoperancia de cualquier gobierno o sistema de educación no puede penetrar ni manchar. Es el hogar donde comienza la siembra del hábito y amor por la lectura.

Ruego que lo sublime de un libro y su aporte no quede de adorno frente al pensamiento práctico. Las letras son alimento intangible.

martes, 10 de abril de 2012

Antes que se vaya la memoria

De mis primeros coqueteos con el arte lo que recuerdo de niña es esto:

La primera vez que entré a una sala de cine, no me acuerdo bien si fue a los cinco, seis o siete años, pero ahí más o menos, y me llevó mi tío Pedro. Recuerdo que mi primo Pedro Alejandro estaba pequeño.

Fuimos a ver “Enemigo Mío”. Había quedado tan impactada por la experiencia. No era igual que ver una película en la sala de la casa por medio de un televisor de no muchas pulgadas el monitor. Lo que recuerdo es que hasta llegué a creer que de verdad estaba en ese espacio inhóspito donde se encontraba el astronauta. Y lo más hermoso, me sorprendió el mensaje de amor y perdón de la película. Era como si estuviera viendo un cuento con moraleja donde los personajes eran adultos, no en comics, no en dibujos, eran formas nítidas como percibía yo la realidad. Lo que puedo decir hoy es que estoy muy agradecida con mi tío por haberme llevado al cine.

Según mi mamá yo la acompañé al cine ver “E.T.”, pero yo tenía un año así que no me acuerdo de eso ni tenía la suficiente conciencia, en conclusión no vale.

La primera vez que entré a una sala de teatro fue a ocho años. Fue en el Teatro Municipal de Valencia. Estaban presentando un nacimiento viviente. Un montaje que puede parecer nimio, pero aún conservo la marca. Era ver la fortaleza de los actores para proyectar la voz y entender perfectamente cada uno de los parlamentos; ¡hablaban y se escuchaban bien sin micrófonos! Qué fuerza la de estas personas pensaba yo. Era ver al ángel Gabriel que hablaba desde un balcón del gran teatro dando la anunciación, era escuchar a los actores que hacían de pastores hablando entre los pasillos del público, todos mis sentidos estaban activados y concentrados en la acción. ¡Sencillamente hermoso!

Después de ese viaje a Valencia recuerdo que mi mamá me inscribió en clases de pintura, ballet, teatro y marionetas, mi tutor en ese entonces fue Eddy Salazar, el gran titiritero de Guayana. Él daba clases en el Centro Cívico, apoyado por CVG Ferrominera. Siempre que de niña o más grande me venía su imagen, el fondo era colorido, igual que sus marionetas, siempre lo recuerdo con su voz retumbante y su risa de soñador.

Hoy cumplo 31 años, y aún recuerdo a “Enemigo Mío”, ese nacimiento viviente en Valencia, y a mi querido Eddy Salazar que sé que me acompaña y se ríe tiernamente de mis ideas.

domingo, 12 de febrero de 2012

Jóvenes del mundo conozcan a Chris McCandless


Hoy Chris McCandless estaría cumpliendo 44 años. Tal vez pasó por debajo de la historia. Tal vez no fue un hippie de los años 60. Pero hizo su propia historia y a su modo.

En septiembre del 1992 fue hallado un cadáver en el interior del autobús 142 que cubre la ruta de Fairbkanks, en Alaska. Se trataba de Chris McCandless. ¿Pero quién era él?, esa fue la respuesta que dio Jon Krakauer a través de su reportaje extenso publicado en un libro titulado “Hacia rutas salvajes”.

Como buen alpinista Krakauer se identificó con la historia del muchacho aventurero. Para esta hazaña contó con la colaboración de la familia McCandless, y que fue vital para explicar muchas cosas de la personalidad del cadáver que luego se convirtió en un personaje.

Un joven pleno de ideales, quizá absurdo para muchos, pero buscó romper las barreras a que se sentía sometido por el sistema social. Dejó que los libros fueran su guía espiritual y por su propia cuenta construyó el armazón de su libertad. Ahora, explicaré su vida haciendo una analogía con la contemporaneidad venezolana. Al graduarse de la universidad Chris McCandless tenía en su cuenta de ahorro 24 mil dólares los cuales los donó una fundación. Tomó su viejo vehículo Datsu y se lanzó a la aven
tura sobre ruedas. Cuando el carro ya no respondía a su necesidad lo dejó a un lado de la vía y siguió su viaje sobre sus propios pies. Me pregunto cuántos jóvenes en la actualidad son capaces de ser desprendidos materialmente.

Según relatos de una compañera de la Universidad de Emory, Chris no era de fiestas. Pero un viernes en la noche la invitó a salir. Ella ingenuamente pensaba que por fin él se había decidido a llevar una vida como cualquier otro chico de su edad, pero para sorpresa de ella la llevó a una calle de barriadas feas. Ella cargaba 8 dólares y él 10, y con eso compraron varias hamburguesas y se las repartieron a los indigentes. Ya me imagino a un Chris McCandless venezolano haciendo lo mismo a las 10 de la noche en una calle cerca del sector 23 de Enero. Del susto se le hubiese quitado las ganas de ser tan altruista.

Al terminar su carrera sabía que podía liberarse del yugo de sus padres y hacer su propio plan, que era llegar a Alaska. Así lo hizo. Durante la vía trabajó esporádicamente en varios sitios, en un granero, en una sucursal de Mc Donald’s donde duró muy poco, y con ese poco dinero no sólo iba alimentándose sino también para adquirir algunas herramientas que fueran útiles para poder sobrevivir en el bosque de Alaska. Ya me imagino a este jovencito saliendo de Caracas tomando la vía a oriente y sobreviviendo con dificultad la zona de Barlovento. Tal vez por su carisma hubiese sobrevivido dando lecciones sobre la filosofía en la literatura de Leon Tolstoi. Se burló de las autoridades estadounidenses al crearse un seudónimo cuando comenzó su vida de mochilero, ya no era Chris McCandless sino Alexander Supertramp.

Otro de los aspectos a resaltar del libro es que Jon Krakauer sin ser periodista logra excelentes descripciones de la atmósfera del paisaje y de lo que consiste la travesía de un mochilero, además de buscar el lado humano de la historia que explica por qué un joven abandona la comodidad que le brindaba su familia por experimentar la vida salvaje y liberarse del sistema de las ciudades civilizadas.

Posteriormente Sean Penn dirigió la película basada en el libro y con el mismo título “Hacia rutas salvajes”. Es ahí donde la belleza del paisaje explica la plenitud espiritual que sentía Chris, a pesar de la soledad que experimentó los días previos a su muerte.

A pesar de su breve estancia agradezco que haya existido Chris McCandless. Y desde hoy defino al libro como aquel que deben leer todos los jóvenes. Es cierto que los adultos y personas mayores tienen la experiencia y la sabiduría. Pero también es importante procurar que nunca las ideas mueran por culpa del miedo o la conformidad, y sobre todas las cosas buscar la misión de vida sin dejarse perturbar por el ruido de la sociedad.

Por qué The Revenant no fue para el público venezolano

The Revenant comienza con hermosos paneos del paisaje frío e inhóspito donde se desarrolla la historia del film. Ahí está la chica en su ...