jueves, 19 de agosto de 2010

Letras Casquivanas


En la institución donde trabajo normalmente hacen un acto cultural con motivo del aniversario. Yo, como típica teatrera de alma infantil, no pude contener el hormigueo en los pies, y apenas comenzando en mi trabajo participé en el acto con una danza tribal con mezcla de danza árabe. Como mis compañeras no quisieron hacer el baile conmigo, no importa, yo si soy valiente, quién dijo miedo escénico, y esa tarde disfruté mi número especial. A final de cuenta, es más normal que una actué de periodista y no de bailarina del vientre.

Hay preguntas que no debieran hacerme, es que tienen el potencial de destapar mi humor negro. Una de estas tardes una chica que trabaja en otra gerencia me preguntó que cuándo volvía a mover el vientre, le dije, tal como lo tenía planificado, que retomaría mis clases de danza árabe en enero del 2011. “Parece mentira, pero si me pongo a bailar la danza árabe ganaré más que como periodista”, y bingo, “aunque no sé qué me resulte mejor, si bailar danza árabe o irme a la avenida Libertador”, solté mi humor negro (para los que no saben, en Caracas la avenida Libertador es conocida como la vía de comunicación con el mercado del sexo, la jungla nocturna para el deleite de los más excéntricos y vouyeristas). Ella se rió, hizo un gesto aprobatorio, misión cumplida, hice reír a alguien, pero, ¿por qué hice reír a alguien?, ¿de qué se estaba riendo?, ¿será que era cierta mi expresión que se maquillaba de comedia?

Ese día no hice más que darle vueltas a la cabeza, pensar: avenida Libertador, dinero, sueldo, vida holgada, bailarina del vientre, ciertas comodidades, profesión, sueldo… carajo, el sueldo de los periodistas.

Pensé en la cantidad de carajitos y carajitas que egresan de los colegios y liceos con la meta de ingresar a la universidad a estudiar la “chísima” carrera de comunicación social, donde van a parar muchos que no sirvieron para matemática, física, química, los excluidos de ingeniería; a estudiar vainas que ya vieron en bachillerato como fue Historia de Venezuela, Historia Universal, y si fuera poco castellano con nombre de Morfosintaxis, porque esa “nunca” la vieron durante la etapa básica ni en el diversificado. Sí, es una carrera “chísima”, haces programas de radios, sales en televisión, y sólo porque en la universidad te enseñan cómo hablar correctamente frente a la pantalla o un micrófono, en algunas escuelas hasta les dan la cátedra de Artes Escénicas para que se les quite el miedo frente al público, cuestión interesante desde el punto de vista pedagógico.

No sé, pero ahora como que si me atrevo a decir públicamente a esos muchachos y muchachas: No vale la pena estudiar comunicación social. En el siguiente post les daré las razones.

PD: Boceto de dibujo de Lujan Fernández

martes, 3 de agosto de 2010

Carta a...

Esta carta la escribí como asignación en Rajatabla, la idea era escribir una carta sin decir a quien. Igual aquí, no diré en quién pensé para escribirla, pero espero que los lleven a una reflexión:

Carta a:

¿Sabes que la peor soledad es la que se lleva por dentro?, eso lo aprendí aquí, en la capital, estando lejos de mi casa, lejos de mi madre y mi hermano, lejos de los cariños caprichosos de mi tía. Lo aprendí porque aquí no me siento sola, tengo una sala que se transforma, tengo amigos que se desdoblan, tengo mis libros que me cobijan, tengo estas ansias de conocimiento, tengo la felicidad de sentirme caminar por el camino que siempre quise.

Recuerdo que me decías que hacer arte no da dinero, me hablaste de lo mal que es hacer cine en Venezuela, de lo mal que vivían ciertos jóvenes que se iban a estudiar cine en el exterior para luego regresar y ver un terreno desierto para su profesión. Bueno, ahí están unas producciones recientes, y mal que bien la Villa del Cine está apoyando a los cineastas venezolanos.

Es que la vida desde el ángulo de lo pragmático olvida que existen seres de una sensibilidad borracha, quizás unos ilusos que no sienten que encajen en la dinámica social, y con un talento negado por la baja autoestima de un país subdesarrollado.

Hay gente de Puerto Ordaz que me criticaba por el hecho de venirme, que si en Caracas hay demasiada competencia, que si sólo toman a los modelos para la televisión y los feos resultan el material de reciclaje, que si los alquileres de inmuebles son muy costosos, que cómo irme a una ciudad tan grande sin tener una base en mi tierra natal, que por qué hacer teatro fuera si Puerto Ordaz es zona virgen donde mejor se puede trabajar. Argumentos, argumentos, con sus aciertos y desaciertos. Claro que la vida fuera de la comodidad de tu hogar no es una maravilla, ¿pero quién quiere comodidad cuando la vida te plantea el sentimiento de plenitud?, dime, ¿alguna vez te sentiste así, hiciste algo porque realmente querías o sólo porque era algo bien visto?

Son tantas cosas que siento cerca de mis neuronas y de mi piel, que quisiera absorberlas todas en 24 horas, y esa cercanía con mi propio camino me hace tan feliz, me siento tan feliz, quisiera poder transmitirte la felicidad que siento que desde que estoy en Caracas.

¿No te he dicho que quedé seleccionada para hacer un taller de dramaturgia con el escritor Ibsen Martínez?, si, ese izquierdista, utópico marxista, pero no puedes negar que es un destacadísimo escritor. Estoy esperando que me mande un correo avisando el lugar para el taller y la fecha de inicio, es algo totalmente financiado por la gente de Econoinvest, bueno, ya debes saber lo que está pasando con ellos.

No sé a dónde me lleve a esto, no sé si logre el éxito que deseo, no sé si supere a mis propios sueños, o si caiga en desgracia por el Ad Honoren de las artes, no sé si mi talento sea suficiente para llevarme a tu nueva tierra y que sientas orgullo al escuchar mi nombre, o si finalmente sea el periodismo mi camino que sabes que no me gusta, pero no lo siento así, no me veo así, creo en mi talento para hacer teatro, sea como actriz, escritora o tal vez una histérica directora, me estoy dejando llevar por el río, pocas veces le tuve miedo a la fuerza del río Caroní, mucho menos le tendré miedo al Güaire, ni en el peor torrencial.

Dime, ¿Alguna vez tuviste fe en ti mismo?
Yo, la que lleva un pedacito de ti

Por qué The Revenant no fue para el público venezolano

The Revenant comienza con hermosos paneos del paisaje frío e inhóspito donde se desarrolla la historia del film. Ahí está la chica en su ...