domingo, 3 de abril de 2016

Por qué The Revenant no fue para el público venezolano

The Revenant comienza con hermosos paneos del paisaje frío e inhóspito donde se desarrolla la historia del film. Ahí está la chica en su butaca del cine comenzando a degustar de las clásicas cotufas, en paralelo a esos hombres que se encontraban en una aparente quietud a la espera de algo.

El súbito ataque de unos nativos rompe con la quietud del paisaje y de los hombres blancos, para luego arrancar en un encuentro salvaje donde la cámara juega al ritmo acelerado del momento. La chica abre la parapara de sus ojos ante la sorpresa y crueldad del hecho.

Posteriormente ocurre la memorable y tan mencionada escena del ataque del oso al personaje protagonista encarnado por Leonardo DiCaprio, acto seguido ella aparta la mirada de la pantalla frente a los momentos más fuertes, apenas puede percibir las heridas profundas que ha sufrido el protagonista. El maquillaje resulta muy creíble, la chica no percibe eso, simplemente la fiereza de la escena que rompe con la paz que buscaba en el cine.

Luego el grandioso cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu regala planos generales donde se ve el sol acariciando superficialmente ese bosque frío. ¿Es que acaso hay una belleza detrás de toda la salvajada que resulta la vida a veces?

The Revenant no es una película para el público venezolano, y menos en este momento. Hay que hablarlo claro, la mayoría está padeciendo de estados de depresión, ya sean leves o intensos.

El público venezolano actualmente no va a buscar un drama cuando su vida misma se ha convertido en un drama, ya sea por la escasez de comida, de medicinas, porque tiene un familiar enfermo, el sueldo no alcanza, la inflación, etc, por ende es difícil que pueda apreciar completamente esta obra maestra cinematográfica.

En otra esquina una mujer se tapa la cara. Más adelante unas señoras se salen de la sala de cine.

Tal vez no es el cuento, la historia, sino el cómo se cuenta. Y aunque quedé fascinada con el lenguaje y el atrevimiento cinematográfico de Iñárritu para hablar del coraje, esa interpretación no cala en cualquiera.

El público venezolano quiere es comedia, necesita comedia, necesita reír, y ahí está el reto para todos los artistas venezolanos actuales, escritores, teatristas, cineastas. Por décadas se ha menospreciado la comedia, pero recuerden que cuando los EEUU cayó en la mayor crisis financiera a principios del siglo XX surgió un personaje llamado Charlot, de la mano de Charles Chaplin, que le regaló horas de risas a la vida del público estadounidense, sin dejar de contar sus historias con sus moralejas incluidas. Se puede contar grandes historias, se pueden llevar importantísimos mensajes, y tal vez la codificación del mismo no sea tan traumática.

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