domingo, 20 de mayo de 2012

Siempre nos queda El Renacimiento



Hubo una vez en que la humanidad pasó por el oscurantismo de la Edad Media y necesitó superarlo con El Renacimiento.

Hagamos un ejercicio de historia. Los griegos no tenían investigaciones ni tratados que les precedieran. Sólo contaban con los jeroglíficos que dejaron los egipcios y su mitología. Con ese vacío ellos crearon sus propias mitologías, obviamente influenciados por los egipcios. De igual forma fueron los padres que les dieron nacimiento a los primeros tratados médicos, aunque fueran empíricos, y también precursores de la filosofía, la geografía y la historia.

Es tan determinante la influencia de la civilización griega que hasta con ellos nació lo que conocemos hoy como dramaturgia. No sólo la escribieron sino que Aristóteles sacó un tratado sobre cómo debía ser construida la historia con la “Poética”.

Luego llegaron los romanos y trataron de montar su idiosincrasia sobre lo griegos, pero no pudieron totalmente. Los escritores romanos estaban influenciados por los trágicos y cómicos griegos. Pero ahí no queda todo.

Luego se alzó la religión católica con su santa sede como máximo exponente de lo que debería ser el conocimiento y sabiduría de los pueblos. Esta etapa es la que se llama como Edad Media. El conocimiento estaba en manos de la iglesia y del poder monárquico.

Pero surgió El Renacimiento, la ilustración, la necesidad de rescatar. Empezaron los intelectuales a convocar al derecho del ciudadano a estar informado, a poseer el conocimiento, a sacarlo del claustro de las iglesias. Los artistas buscaron la génesis del arte, las esculturas griegas y romanas.

¿Saben qué pasó en esa búsqueda? , cientos de textos de teatro perdidos, esculturas rotas imposibles de recuperar. Entre las obras de teatro había tragedias de Sófocles, del comediante Plauto también fue difícil rescatar todas sus obras, de hecho hay obras rescatadas a medias porque quedaron partes imposibles de descifrar, en la iglesia sobre-escribían sobre los papiros donde originalmente habían escrito sus textos los trágicos y cómicos del teatro. Pero normal, nada de qué angustiarse, a fin de cuentas, nos salvó El Renacimiento. Estamos hablando que entre los griegos y El Renacimiento pasaron más de mil años. No sé con exactitud si fueron mil 1.100 o 1.400 años. ¿Se imaginan un papiro recibiendo polvo y moho de la humedad durante todos esos años?

Ahora leo que van tres librerías independientes cerradas en lo que va año y medio en Caracas. Diría Mario Vargas Llosa que la cultura está muriendo lentamente en la que debería ser una metrópolis, tristemente convertida en cemento de muerte. Esta vez le correspondió a la librería Libroria, así lo anunció en una nota de prensa Daniel Fermín en el periódico El Universal.

Mi país no está bien, y me duele. No debería ser tolerable que un docente no tenga hábito de lectura, tampoco mis colegas periodistas, muchísimo menos aquellos que trabajan en los medios impresos.

Les diré algo, lo que realmente está acabando con el nivel de conocimiento y cultura general que pueda tener un venezolano no es que los libros estén más caros, que es una realidad, pero ese no es el meollo en sí. Hay otro asunto ahí latente. Pregunte entre sus amigos quiénes leen y con cuál frecuencia. ¿Un libro al año, dos libros, tres, o nada?

Afirmaban los libreros en el reportaje publicado por Daniel Fermín que anteriormente eran los docentes los que más compraban libros, que eran asiduos visitantes de las librerías cada quincena, pero que la inflación que afecta la economía en el país, o mejor dicho la estanflación, ha afectado el bolsillo también de los encargados de inculcar y expandir los conocimientos. ¿Acaso los libros es un asunto sólo de los docentes?, pregunto yo, ¿cuál debe ser el accionar de los ciudadanos para considerarse ciudadanos como tal?, claro, el ejemplo comienza con la cabeza, ¿y el resto?

Pero ahí estará un segundo renacimiento para rescatarnos. Lo que no sé es qué se perderá en el ínterin. Puede que muera la música de Los Beatles, o tal vez no, puede que mueran las películas de George Melies, tal vez en 500 años nadie se acuerde de las películas de Charlie Chaplin, pueden pasar muchas cosas, pueden morir las novelas de Gabriel García Márquez (para sus dolientes), o sólo se salve “Cien años de soledad”.

¿Acaso se trata de un proceso de depuración de información?

Hasta el momento yo no he visto una licorería cerrar. ¡Ah!, si eso ha pasado en alguna latitud de Venezuela me pueden escribir a mi correo (karlapravia@hotmail.com)

1 comentario:

Orlan Silva dijo...

Interesante, como siempre...

Cargo en mi bolso el "País Portátil" de Adriano González León, el cual me costó sólo 15 Bolívares. Todavía está en existencia y todavía al mismo precio en las Librerías del Sur. Pero eso no es lo que me ha llamado la atención, para mí es inevitable comparar estas situaciones con el movimiento musical urbano, pues sufre los mismos infortunios (si se les puede llamar así) de la literatura, las tablas, etc...

La misma gente que paga altos precios por convecionalismos que ordena la moda y el pertenecer; es la misma que regatea el precio de una entrada para ver a una banda independiente, eso cuando se deciden a verla, porque normalmente, si no hay afinidad alguna con alguno de los integrantes, el cuento va más relacionado con quién va para ver si voy...

El punto es, para mí, que la inflación y el alto costo en la literatura, no sé, no estoy seguro...

En el caso de la licorería; tampoco sé con seguridad, pues también he visto restaurantes (buenos, tradicionales) convertirse en lugares de estética (mismos dueños) así que, no sé, no estoy seguro ;-)

Creo más bien que se vienen combinando las modas, y cuando no hay fusión hay discordia; gana la que mejor se imponga. Quizás eso tenga qué ver con el cierre de la librería y la "necesidad" de más licorerías. Quizás...

Aplausos siempre...
Saludos en letras ;-)

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