viernes, 9 de septiembre de 2011

La sociedad como un monstruo que no se comprende

“Monstruos en el closet, ogros bajo la cama” suena a título de obra de teatro infantil, pero al contrario solamente define el final de su presentación en un desespero de rescatar la esperanza que habita en todo niño.

Es la obra de Gustavo Ott sobre el ataque a las torres gemelas de Nueva York, el 11 de Septiembre del 2001. Yo estaba acostumbrada al humor negro de este dramaturgo venezolano, pero me encontré con su lado más poético y ácido a la vez, como una poesía oscura al estilo de Rimbaud y Baudelaire.

El teatro y las letras se unen para criticar un acto tan aborrecible a partir del 10 de Septiembre en la sala María Teresa Castillo del Ateneo de Caracas.

Aquí se demuestra el arte no debe ser complaciente, ni convertirse en un mero vehículo de evasión. A través de “Monstruos en el closet, otros bajo la cama” la escena teatral se convierte un espejo perverso de los fantasmas más aborrecibles del ser humano. No es una obra apta para quienes buscan divertimento.

Con una puesta en escena sencilla la directora de esta obra, Consuelo Trum, resalta el dolor latente por la humanidad en el escrito de Ott. Dicho planteamiento es respaldado con el logro dramático de las actrices Lenni Márquez y Valeria Castillo, quienes transforman su rostro en un par de torres humanizadas que narran sus vivencias y de quienes viven el horror del 11 de Septiembre en su interior.

La inocencia se desploma ante la rabia expresada por un grupo desconocido y terrorista amenazante. Inclusive asomar un juicio con respecto a los ejecutantes de esta acción puede ser errada. Es una acción tan aborrecible como dividir la humanidad en dos concepciones, en la oriental y en la occidental, como si la visión espiritual de una estuviese obligadamente divorciada del pragmatismo de la otra y no hubiese un puente de comunicación.

Al final de los conceptos se hallan sujetos inocentes que buscan, cada uno a su manera, tejer sueños, una boda, un compromiso, una carrera, tener hijos, un ascenso, conseguir trabajo, o lograr una nacionalidad, que se ven truncados por el odio desmedido a quienes son diferentes; ¿Qué culpa tiene la mujer que prepara su boda en Beirut?. Entonces, cuando cae al piso el amor por la humanidad nos toca buscar monstruos en el closet o unos ogros bajo la cama con los cuales jugar y rescatar nuestras ilusiones infantiles.

PD: foto tomada de la página correocultural.com

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