José Saramago no
es uno de los escritores que más curiosidad me haya engendrado, sin embargo,
por alguna razón en la mesita cerca de mi cama, en la punta de la pila de
libros estaba “Ensayo sobre la lucidez”,
como esa clase de textos que en un momento compras y que sabes que tarde o
temprano lo vas a leer.
Durante el 2012
se vivieron en el país dos sufragios, el primero fue el 07 de octubre que
arrojó un histórico descenso en el ausentismo electoral, cifra que se fue de
revés para las elecciones regionales del 16 de diciembre. Yo honestamente
quería entender esos dos fenómenos, pero las explicaciones que le buscaba no
encajaban en mi lógica personal. ¿Por qué la gente toma tan en serio esto de ir
a votar, y otras por el contrario se hacen de la vista gorda dejando ese
espacio hueco en los cómputos finales?
Sin duda cuando
hablamos de votaciones, sufragio, elecciones, se asocia inmediatamente con un
componente importante de cualquier estructura política que quiera ser denominada
democracia; sin embargo, la democracia, como toda creación del ser humano, es
un hecho imperfecto. “Ensayo sobre la
lucidez” latía al final de mis libros con su ilustración del voto en
blanco, y me dije, “voy pa’ allá”.
El problema es
que el postulado de José Saramago comienza con “Ensayo sobre la ceguera” y luego continúa con “Ensayo sobre la lucidez” (Por favor no cometan mi error), pero no
fue un impedimento para entender el sentido de las historias, ni ningún
elemento que me quitara el factor sorpresa al saber cosas de la narración
anterior.
Las narraciones
de Saramago están plagadas de comas que parecen llover sobre el libro y que
saturan las pausas al momento de leer las ideas de la historia. Este escritor
portugués nos entregó con estas dos novelas una continuación de la literatura
surrealista kafkiana con visiones sociales fatalistas donde el hombre por sí
solo no tiene defensa ante el estamento social sino en unión con otros para
defender los intereses del colectivo por encima de los individuales.
Las imágenes
grotescas y la sátira fueron usadas por Saramago para mostrar de lo que es
capaz del ser humano, quitándole así cualquier rasgo bondadoso, sino el más
primitivo y puro lado animal que opera en el interior de cada uno.
Mientras en la
primera novela los ciudadanos sorpresivamente se quedan ciegos y deben buscar
la manera de organizarse para sobrevivir y anteponerse a las torpezas del
gobierno, en la segunda es la acción de un colectivo el que desordena los
planes del gobierno poniendo en jaque la necesidad de la democracia como forma
política de orden, y la ambición de la gestión presidencial por aparentar
control.
Saramago lanza
una mirada maquiavélica sobre el estamento social, denuncia la actitud sumisa
del hombre en torno al orden establecido, este escritor se vuelve un discípulo
férreo de Freud al mostrar la cara más egoísta que pueden tener los seres
humanos y del mismo modo los enaltece a partir de la más pura ingenuidad.
Al finalizar la
lectura de las dos novelas da la impresión que para el escritor portugués el
hombre sólo es capaz de salvarse a partir del amor y la solidaridad, así, como
especie de visión romántica vestida de fatalidad, pero es justamente estos dos
sentimientos los que permiten sobrevivir a los personajes en ambientes
sumamente hostiles.
Posteriormente
vi la adaptación para el cine de la novela “Ensayo
sobre la ceguera”, denominada “Ceguera”,
y sencillamente me quedo con la narración, la película está cargada de imágenes
abstractas más allá de la visión apocalíptica-social del autor. Así que de
antemano no hagan trampa queriendo reducir con dos horas la comprensión del
universo Saramago.
2 comentarios:
si me sirbieron
esta muy bueno
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