¿Qué es el
hábito de lectura?, bueno es lo que acostumbra a hacer una persona sedentaria,
floja físicamente, echarse en cualquier rincón con un libro a pasar horas
hojeando las páginas, así sea en una esquina maloliente con punketos y
borrachos, o acompañado del violín que suena en los vagones del metro.
Afortunadamente mi sentido del olfato viene con falla de fabricación.
A todas estas,
si nos vamos al sentido práctico de la ganancia inmediata eso de poseer un hábito
de lectura pues no se ve. Es decir, un ser común y corriente le parece una
loquera y sinvergüenzura esa cosa de echarse a leer. ¿Para qué?, eso es una
gastadera de dinero y de tiempo.
Resulta que
muchos de esos ociosos lectores sendentarios, y sin vida social, escribieron.
Sí, resulta que muchos de ellos se convirtieron en escritores de buena pluma,
con mucha o suficiente fama, pero ahí dejaron sus pensamientos. Ajá, y lo más
interesante de todo esto es que algunos de ellos no fueron de otros países,
sino de la misma tierra donde te pegó el olor a arepa asada, o a ese fogón
donde se cocinaba un cruzado, o quizá ese olor amargo cuando se prepara el
casabe.
Sin embargo, y
esto hay que tenerlo presente, primero, la génesis de todo este meollo del
pensar fue en la Grecia
antigua, sí, porque otra cuerda de ociosos les dio por pensar, y crearon
aquello de la filosofía. Definitivamente una gente sin oficio. Hasta llego a
creer que la mayoría de los griegos eran una cuerda de burgueses que mataban el
ocio conversando en la plaza, y pensando de que si primero fue Dios o el
hombre, mientras los esclavos trabajaban para ellos. ¿Será entonces que los que
trabajamos no tenemos tiempo para leer y pensar?, tal vez ahí está la respuesta
de toda mi angustia.
Pero como decía,
y voy a intentar explicarme con más claridad, después de esa génesis de la
filosofía de la antigua Grecia afortunadamente surgieron los trágicos griegos,
es decir, la dramaturgia, la semilla de la literatura, y después de ahí, todo
lo poco o mucho que conocemos del fenómeno de escribir. Libros de ciencia
ficción, de investigación, poesía, etc, hasta los de autoayuda que los podemos
ver desde hace unas décadas.
Hay otros
señores que le dan demasiada importancia a eso de la lectura. Voy a citarlos. Por
lo menos el escritor argentino Mempo Giardinelli asegura que en su país el
índice de lectura es muy bajo, que ni los empresarios ni los líderes sindicales
tienen ese hábito. Cosa grave pues. “En
nuestro país nadie lee. Ni los docentes, ni los gobernates, ni los economistas,
ni los sindicalistas, ni los empresarios”, cita textual. Cónchale chico,
pero no creo que la cosa sea tan negra así como la pintas. Tal vez coincido
contigo cuando dices “La vulgarización
televisiva, que es uno de los mayores obstáculos para la lectura, viene
alentada desde la estupidez de la dictadura”. Bueno, creo que me estás
lanzando unas luces. Puede ser. Entonces me explicaría muchas cosas.
Luego sale el
filósofo y sociólogo francés Gilles Lipotvetsky y dice así, como que si él
fuera la eminencia en este siglo XXI, que la cultura pasó de ser subversiva a
convertirse en un hecho comercial. Pero bueno, ¿es que acaso los artistas no
tienen derecho a comer?, ¿de dónde crees que alimentan a su familia?, ellos
también tienen derecho. Entonces el tipo, de manera tajante, explaya su idea
así “El modelo del artista rebelde que
rechaza las normas del mundo burgués pertenece al pasado, el arte ha pasado de
ser subversivo a un arte comercial”. No señor, no estoy de acuerdo contigo,
¿cómo vas a pensar que Wisin y Yandel no son unos rebeldes, ¿tú no les ha visto
los lentes oscuros y el blin blin?, eso es símbolo de una rebeldía. No le pares
a esos de los carros deportivos y las modelos varias que aparecen en sus
vídeos. Esos hombres, jamás, tienen los mismos deseos que un burgués.
Si la cosa fuera
poca entonces aparece Václav Havel y nos dice que “sin memoria histórica no hay identidad”. ¿No sabes quién es
Havel?, pues dramaturgo y teatrista que luego le tocó asumir el rol como
presidente de la República Checa
en dos periodos. Ajá, y entonces resulta que si yo no sé con cuántos hombres
combatió Simón Bolívar en la
Batalla de Carabobo acontece que no tengo identidad cultural,
explícate mejor chico, porque por lo menos estoy segura que el caballo de Simón
Bolívar era blanco, o eso dicen, tú sabes, es que hasta los hechos históricos y
culturales se preservan en una especie de oralidad ingenua.
Lo que pasa es
que estos hombres son unos ociosos de la lectura, sedentarios, fofos, de esos
aburridos que no bailan en una fiesta, es decir, no son el tipo ideal para
muchas. Pero bueno, en este país también existieron y existen hombres así, y
para entender esta perorata de la identidad cultural pues voy a dejar una lista
de los libros que creo todo venezolano y venezolana debería leer, porque yo
sí creo que es vital, urgente, una identidad cultural que nos una:
- “Mensaje sin
destino” de Mario Briceño Iragorry
- “Autoestima
del venezolano” del Manuel Barroso
- “Doña Bárbara”
de Rómulo Gallegos
- “Boves, el
urogallo” de Francisco Herrera Luque
- Cualquier artículo
de opinión u obra de teatro de José Ignacio Cabrujas
Y espero luego
hacer otro post con una lista más grande.
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