La palabra “Vida”
viene a la mente cuando se ve el documental “Pina” de Wim Wenders. Esa fuerza
que emerge de la naturaleza, la energía, la vitalidad, la alegría, todo ello se
conjuga en cada uno de los montajes que en su trayectoria entregó la bailarina
alemana Pina Bausch.
Estos dos hijos
de la herencia teutónica, Bausch y Wenders, han entregado a la vida del baile y
del cine una joya que marcará por siglos los hitos en la cinematografía y en
los registros de la realización de un documental. Tuve la oportunidad de ver
esta pieza en la serie de cine foro que inició en los espacios del Trasnocho
Cultural para dar bienvenida a la llegada del Festival Vida la Danza 2013.
¿Cómo paré en
esto?, no voy a echar la versión larga del cuento. En resumido, el pasado
miércoles 29 me encontré frente a una gran pantalla, rodeada de mis compañeros
del diplomado de escritura de guiones, primero con expectativas y luego anclada
a un mar de vida en cada encuadre y en cada color que viajaba de un lado a
otro, entre las faldas de las bailarinas, la fuerza de los elementos de la
naturaleza que usaba Pina en sus producciones, y el malévolo ojo de Wim Wenders
que seduce como un Don Juan a cualquier espectador de cine, sea novato o
prejuiciado.
El contraste en
los colores usado por los bailarines en su vestimenta hacia un conjunto poético
con la fuerza de sus movimientos, mientras el público pudo observar partes
claves de las piezas más destacadas de Pina como fueron los montajes “Consagración de la primavera” y “Café Müller”.
“Me tengo que ir, pero no quiero”, me dijo una compañera apurada a ir a buscar a su hija en mitad de
la proyección, fue un complot de la realidad que rompe de súbito el paseo
hermoso por el arte bien hecho.
Yo no sé qué
sintieron el resto de los espectadores en la sala, pero cuando escucho “Luna de Margarita” en la voz de Simón
Díaz me sentí feliz y a la vez desorientada, ¿la voz de un venezolano en la
proyección de una bailarina alemana?, y veo a ese hombre danzando con ese dolor
interno acompañado de la mejor música venezolana, pues yo sentí que en
cualquier momento arrancaba a llorar, así fuese una lagrimita nada más. Pero
qué hermosa es la canción venezolana, qué grato el hecho de que un artista
extranjero la valore, que magistral, te quita el aliento. Es como esa palmada
que sientes de tus padres cuando haces algo bien y te lo reconocen, y entonces
te sientes grandote. Eso nunca lo olvidaré.
Al terminar la
proyección de la película, y yo todavía con la seducción en mi mirada, creo que
lo más parecido es subir a un carrusel sin miedo y disfrutarlo, entonces le
tocó el turno a Eloísa Maturén de dar inicio al foro como coordinadora del
festival, acompañada de Bettsimar Díaz y de Robert Gómez. La hija del
queridísimo compositor venezolano narró su experiencia con Pina Bausch, quien
destacó que aun sabiendo el trabajo, la trayectoria de Pina, jamás se iba a
imaginar que un día llegaría un recibo a su casa por concepto de pago de
derechos por el uso de dos canciones de su padres por parte de la bailarina
alemana, y así fue. Luego tuvo la dicha de llegar a la ciudad alemana donde
funciona la compañía de Pina que fue donde presentó la producción.
Por otro lado
Robert Gómez, quien fue el culpable de llevarnos a la locura esa noche en el
Trasnocho Cultural como profesor del diplomado, le tocó el rol de explicar el
valor cinematográfico de este documental. Destacó que Wim Wenders se vio en la
necesidad de reprogramar el sentido de la pieza pues lamentablemente la
bailarina murió semanas antes de comenzar el rodaje, por lo cual dio paso a que
fueran los miembros de la academia de baile quienes hablaran de ella a partir
de sus experiencias.
Gómez habló del
universo de Wenders y de cómo lo conserva en el documental, como es el caso de
los espacios abiertos de las ciudades tal como le place al cineasta, y hace
mezcla del asfalto con el trabajo de los bailarines.
Antes de echarse a la aventura de ver el
documental, lo más seguro es que lo tenga en DVD o descargado por internet, por
favor asegúrese de verlo en un televisor pantalla plana y con calidad de imagen
para que deguste como debe ser este hermoso trabajo de Wim Wenders y el legado
de Pina Bausch.
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