Hace cinco años leí en un informe de una organización mexicana, no me acuerdo el nombre, donde indicada que para aquel entonces el promedio de lectura al año en el país azteca era de 2 libros por persona, mientras que en Venezuela era de un libro por persona.
La escasa lectura en el país tal vez explicaría la memoria tan corta que poseemos los venezolanos. Tal vez esa sería la piedra que debe ser eliminada del camino para que el estudiante promedio obtenga buenas notas en Historia de Venezuela o Historia Universal.
En primer lugar cuando se habla de historia se piensa en hechos bélicos, y hay canales de televisión que lo mal interpretan así. ¿Acaso el hombre se resume a su estado más salvaje?
Entonces me asomé en la única biblioteca que tiene el Centro Asturiano de Caracas, con un señor de cabello canoso que aún posee fuerza para subirse a una escalera y bajar libros. Sus mesas lucían vacías a la espera de amantes de la lectura.
Tengo la dicha de vivir en Caracas, una ciudad que a pesar de su caos urbano es partícipe de diversas actividades culturales. Hace dos semanas asistí a un cambalache de libros en la Plaza de Los Palos Grandes, una actividad que se efectúa con regularidad en ese espacio. Allí los libros son rescatados gracias a sus nuevos dueños. Sin embargo me pregunto cómo queda el interior del país en todo esto, ¿como fantasmas del espacio?
En un día como hoy solo ruego que el sol que toca este suelo pueda ver ciudadanos que caminan acompañados de un libro bajo el brazo, que las armas de fuego se conviertan en hojas cargadas de palabras divinas y sabias.
¿Por qué existe en Venezuela la negación a la lectura?, ¿es responsabilidad del gobierno o de los ciudadanos?, ¿es responsabilidad del sistema de educación y los docentes?, ¿qué preponderancia tiene en todo esto el papel de las casas editoriales?, ¿qué pasa con el legado de grandes ilustres de las letras venezolanas?, ¿acaso el costo de los libros es demasiado alto para el bolsillo del venezolano promedio?, ¿será que no existen ofertas de libros?, ¿están las librerías nacionales actualizadas en cuanto los últimos libros que presenta el mercado internacional?, ¿tienen acceso los estudiantes universitarios de este país a los últimos y más destacados textos referentes a sus carreras?
Lo que si tengo claro es que la verdadera formación civilizadora del ser humano comienza en el hogar, es la básica, fundamental, e imprescindible. Es el único camino donde la inoperancia de cualquier gobierno o sistema de educación no puede penetrar ni manchar. Es el hogar donde comienza la siembra del hábito y amor por la lectura.
Ruego que lo sublime de un libro y su aporte no quede de adorno frente al pensamiento práctico. Las letras son alimento intangible.
La escasa lectura en el país tal vez explicaría la memoria tan corta que poseemos los venezolanos. Tal vez esa sería la piedra que debe ser eliminada del camino para que el estudiante promedio obtenga buenas notas en Historia de Venezuela o Historia Universal.
En primer lugar cuando se habla de historia se piensa en hechos bélicos, y hay canales de televisión que lo mal interpretan así. ¿Acaso el hombre se resume a su estado más salvaje?
Entonces me asomé en la única biblioteca que tiene el Centro Asturiano de Caracas, con un señor de cabello canoso que aún posee fuerza para subirse a una escalera y bajar libros. Sus mesas lucían vacías a la espera de amantes de la lectura.
Tengo la dicha de vivir en Caracas, una ciudad que a pesar de su caos urbano es partícipe de diversas actividades culturales. Hace dos semanas asistí a un cambalache de libros en la Plaza de Los Palos Grandes, una actividad que se efectúa con regularidad en ese espacio. Allí los libros son rescatados gracias a sus nuevos dueños. Sin embargo me pregunto cómo queda el interior del país en todo esto, ¿como fantasmas del espacio?
En un día como hoy solo ruego que el sol que toca este suelo pueda ver ciudadanos que caminan acompañados de un libro bajo el brazo, que las armas de fuego se conviertan en hojas cargadas de palabras divinas y sabias.
¿Por qué existe en Venezuela la negación a la lectura?, ¿es responsabilidad del gobierno o de los ciudadanos?, ¿es responsabilidad del sistema de educación y los docentes?, ¿qué preponderancia tiene en todo esto el papel de las casas editoriales?, ¿qué pasa con el legado de grandes ilustres de las letras venezolanas?, ¿acaso el costo de los libros es demasiado alto para el bolsillo del venezolano promedio?, ¿será que no existen ofertas de libros?, ¿están las librerías nacionales actualizadas en cuanto los últimos libros que presenta el mercado internacional?, ¿tienen acceso los estudiantes universitarios de este país a los últimos y más destacados textos referentes a sus carreras?
Lo que si tengo claro es que la verdadera formación civilizadora del ser humano comienza en el hogar, es la básica, fundamental, e imprescindible. Es el único camino donde la inoperancia de cualquier gobierno o sistema de educación no puede penetrar ni manchar. Es el hogar donde comienza la siembra del hábito y amor por la lectura.
Ruego que lo sublime de un libro y su aporte no quede de adorno frente al pensamiento práctico. Las letras son alimento intangible.
1 comentario:
Tuve la oportunidad de visitar Buenos Aires hace unos años. Quedé con la impresión de la que La ciudad ofrecía librerías como Caracas ofrece peluquerías. Podría decir incluso que sentí un combinado de pena con envidia. Pensando así regresé a mi rutina. Hoy me tomo un poco de tiempo (si puedo, porque ese que versa Benedetti no se consigue: "tiempo sin tiempo") y practico el observar, el recordar; el pensar. El tema de la lectura, y en eso coincido contigo, debe empezar en el hogar; no hay duda al respecto. Ahora: ¿La calle, la escuela, el gobierno? Eso es otra cosa. Todo gusto por el arte y lo que este albergue, como a mi criterio lo es el hábito de leer, nace como reclamo al hecho de vivir rutinas comunes: una situación de prepararse para lo que viene pero sin prepararse demasiado, porque sencillamente no hay tiempo. Se leen titulares, la noticia la lee quien tenga tiempo, y aplica para todo, porque el tiempo que queda es para el resto del cuerpo y ahí entra como protagonista el ingreso económico...
¿Bueno, malo? No lo sé, pero es y está. ¿Qué pudieramos hacer? Compartir el hábito, a ver si logramos que alguien más se interese. A toda persona que conozco le recomiendo El Principito, quizás alguien haya tomado la recomendación. Si todos recomendamos como aporte, tal vez, tal vez...
Aplausos como siempre a tus líneas que me causaron mucho interés...
Un abrazo ;-)
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