Tal vez esto me lleve a un estado de neurosis. De lunes a viernes estudiando teatro en Rajatabla, sábados en la tarde ensayos de una obra, y los domingos casi siempre me escapo a ver una obra de teatro. ¿Por qué había que hacerlo diferente en mi cumpleaño?
Este domingo me levanté a las 7 de la mañana para desayunar con calma, arreglarme y estar lista para las 9 salir a grabar un cortometraje apoyando como actriz a una amiga que estudia en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). A las 2:40 de la tarde llegué a mi casa para arreglarme a la velocidad de la luz, debía estar a las 4:00 pm en el Paseo Las Mercedes para ver la obra “Acto Cultural”, y llegué a tiempo para poder disfrutarla.
Si creen que leer una obra de teatro y ver luego su representación es diferente a hacerlo con una novela y su versión cinematográfica, pues no, siempre hay cosas que las imaginas diferentes. Pero sin duda la versión presentada por el Grupo Actoral 80 de la obra de José Ignacio Cabrujas contó con un cuerpo de actores esplendidos.
Los actores de la obra “Acto Cultural” eran como resonadores, de cuyas pieles salían olas de voces que se apoderaban de cada centímetro de la sala “Espacio Plural” del Trasnocho, que fue donde se presentaron. Ellos hicieron su propia versión de los personajes, pero no perdieron un toque de lo que yo misma había imaginado cuando la leí.
Entendí que la noción de cultura no está tan divorciada de la vulgaridad que arropa a la especie humana. Que hablar de cultura no exime entender que cada ser humano lleva dentro de sí su versión animal. ¿Y qué es cultura luego de que América sigue buscando su identidad más allá de Cristóbal Colón?, fue sin duda un planteamiento fuerte por parte de José Ignacio Cabrujas.
Tememos cargar un guayuco, y no criticamos lo de afuera, y otras veces execramos lo de afuera, por ser simplemente de afuera, rechazamos toda esa carga que viene dibujada de tres barcos con nombres pintorescos. Cabrujas era un genio. Cabrujas se daba el derecho de decirnos en nuestras caras lo torpe que somos como sociedad. También se daba la libertad de no ser tan intelectual para mostrarse como un ser humano, como lo que era, a través de sus obras. Estoy inmensamente agradecida con la persona que me regaló la entrada para ver “Acto Cultural” en el Trasnocho.
Por otro lado, participar en el cortometraje debo confesar que fue agotador, es un trabajo latoso, minucioso, requiere de mucha paciencia, pero no descarto la idea de experimentar hacer uno o seguir participando en otros.
Y mi día culminó con una rica torta cortesía de Natalia Armas, ¡gracias amiga!
PD: Foto de Nicola Rocco, tomada de la página del Grupo Actoral 80
1 comentario:
Ya perdí la cuenta del tiempo desde que te conocí, pero recuerdo que fue tu cumpleaños y justamente en un teatro :-).
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