A veces también me canso de los libros. Se me cansa la vista, el corazón, el cuerpo entero. Son muchas las veces que volteo hacia la pila de libros que guardo en mi pequeño cuarto, y me pregunto ¿para qué?
Al verlos apilados pareciera que estuviera en presencia de un chip en formato viejo contra el Alzheimer, o que tomaran la forma de un ser humano de carácter burlesco, que me mirara y dijera para sus adentros “esta guevona cree que va a cambiar el mundo con leernos”.
Parece que mi mundo se vuelve cada vez anormal, como rodeada por un espacio de luz que no existe. Pero ahí está “Rayuela” gritándome cada noche que la lea, allí yace en mi mesa “Lineamientos de filosofía”, de Massimo Desiato, recordándome mi lentitud visual con esto de la filosofía. Son luces que quieren vivir dentro de mí, y quizá un resquicio de amor sale de mi deseando ser luz para otros, y vale preguntarse ¿para cuáles otros?, el panadero, el limpia botas, el heladero, el pregonero, y cuando caigo en conciencia de mi utopía entonces se me cansa la vista y miro con hastío los libros.
El bendito egocentrismo intelectual es peor que un ántrax puesto en tu regalo de cumpleaño, lo juro, y es que cuando se siente su llegada parece seducir a su alrededor, hasta que su color produce desconfianza entre quienes lo observan.
Olvídense, ni yo, ni ningún intelectual va a cambiar el mundo. La humanidad seguirá trajinando entre sus ciclos de equilibrio y caos. Tal vez mañana la gente escuche vallenatos inspirados en poemas de Andrés Eloy Blanco, o quizá ocurra que la obra teatral exitosa en toda Latinoamérica tenga reggeatton como fondo musical, tal vez esa vaina de la reencarnación sea cierto y me vea en el futuro cual chamita con mis lentes oscuros, cuerpo de Venus, y pañoleta en la cabeza paseando con un chico malo sobre una Harley Davidson.
Como quisiera que mis intereses trajinaran en otras aguas, pero definitivamente no me tocó el camino más fácil, ni el más divino. Haré de esta vaina de la lectura algo muy egoísta, sólo para mí y por mí, y los demás que busquen su mejor jabón. No señores, no pierdan el tiempo leyendo, no van a ser mejores personas ni van a hacer de su seres queridos gente ilustre de la humanidad, ni leyendo libros sobre marketing van a ser mejores gerentes, ni leyendo vainas de psicología van a ser mejores padres, olvídense de eso, la vida es una sala de teatro que cada día exhibe “ensayo y error”.
Lo que pasa es que el intelecto no entra con hambre, porque el grito de la panza es más fuerte que los cornetazos de un camión de carga en plena carretera.
Al verlos apilados pareciera que estuviera en presencia de un chip en formato viejo contra el Alzheimer, o que tomaran la forma de un ser humano de carácter burlesco, que me mirara y dijera para sus adentros “esta guevona cree que va a cambiar el mundo con leernos”.
Parece que mi mundo se vuelve cada vez anormal, como rodeada por un espacio de luz que no existe. Pero ahí está “Rayuela” gritándome cada noche que la lea, allí yace en mi mesa “Lineamientos de filosofía”, de Massimo Desiato, recordándome mi lentitud visual con esto de la filosofía. Son luces que quieren vivir dentro de mí, y quizá un resquicio de amor sale de mi deseando ser luz para otros, y vale preguntarse ¿para cuáles otros?, el panadero, el limpia botas, el heladero, el pregonero, y cuando caigo en conciencia de mi utopía entonces se me cansa la vista y miro con hastío los libros.
El bendito egocentrismo intelectual es peor que un ántrax puesto en tu regalo de cumpleaño, lo juro, y es que cuando se siente su llegada parece seducir a su alrededor, hasta que su color produce desconfianza entre quienes lo observan.
Olvídense, ni yo, ni ningún intelectual va a cambiar el mundo. La humanidad seguirá trajinando entre sus ciclos de equilibrio y caos. Tal vez mañana la gente escuche vallenatos inspirados en poemas de Andrés Eloy Blanco, o quizá ocurra que la obra teatral exitosa en toda Latinoamérica tenga reggeatton como fondo musical, tal vez esa vaina de la reencarnación sea cierto y me vea en el futuro cual chamita con mis lentes oscuros, cuerpo de Venus, y pañoleta en la cabeza paseando con un chico malo sobre una Harley Davidson.
Como quisiera que mis intereses trajinaran en otras aguas, pero definitivamente no me tocó el camino más fácil, ni el más divino. Haré de esta vaina de la lectura algo muy egoísta, sólo para mí y por mí, y los demás que busquen su mejor jabón. No señores, no pierdan el tiempo leyendo, no van a ser mejores personas ni van a hacer de su seres queridos gente ilustre de la humanidad, ni leyendo libros sobre marketing van a ser mejores gerentes, ni leyendo vainas de psicología van a ser mejores padres, olvídense de eso, la vida es una sala de teatro que cada día exhibe “ensayo y error”.
Lo que pasa es que el intelecto no entra con hambre, porque el grito de la panza es más fuerte que los cornetazos de un camión de carga en plena carretera.
1 comentario:
Muy bueno jeje saludos!
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