Cuando los griegos crearon la tragedia en el teatro al poco tiempo surgió la comedia que se burlaba del drama de esos personajes. Pasaron muchos, muchos, muchos años para que en la escena surgiera el teatro del absurdo que ha sido llevado como comedia. Esta tendencia nació en el siglo XX de la mano de Eugene Ionesco, esto como una forma de romper con el molde del teatro de comedia que rayaba en lo ridículo y de sobreactuación.
Ahora, si me preguntan sobre la comedia hecha por los griegos sólo puedo decir que tengo como tarea investigar el asunto. Lo que me inquieta, y me lleva a escribir esto, es el concepto de comedia que se tiene en el teatro, y un poco el problema del humor venezolano.
Comienzo este capullito de reflexión con la siguiente cita:
“Cuando… iba al teatro, era para acompañar a alguien o porque no había podido rehusar una invitación, porque estaba obligado.
No sentía ningún placer; no participaba. El juego de los comediantes me fastidiaba, ellos me fastidiaban. Las situaciones me parecían arbitrarias. Había algo de falso a mi parecer, en todo eso.” (Ionesco, 1966)
Bien Ionesco, sólo puedo decir un gran… gran… bravo… en serio… un gran ¡Bravo!, de verdad quisiera tener una pócima que te sacara del sepulcro, llevarte a un café, te ofrecería un brandy con kalua, pero como buen francés de seguro preferirías un té. El meollo del asunto es que aunque me ría con tus obras de verdad siento que quedo con un hueco en el cerebro, quisiera creer que efectivamente es que me dejas pensando. No te sientas mal, lo mismo siento con el resto de las comedias que veo en teatro, si, es que ahora que me encuentro indagando sobre las artes escénicas, me voy perfilando, y me siento contrariada al no entender lo que querías comunicar con tus obras, he allí la razón por la cual quisiera compartir un café contigo.
Primero, mientras estudié en la universidad no se hablaba de otra obra magistral que no fuera “la cantante calva”, la cual, lo admito, recibió unas cuantas pisoteadas por parte de estudiantes de comunicación social que desconocían en absoluto el proceso creativo del actor, pido disculpas por ello. Llego a Caracas y veo el montaje por un grupo profesional finalmente, y digo, “vaya, tremendo, me hizo reír, pero caramba, ¿qué quiso decir Ionesco?”
No creas que escribo para hacerte sentir mal, no, en verdad lo hago porque me preocupa mi capacidad de razonamiento, tanta gente que te alaba y yo me quedo “…”, sí, me quedo con tres puntos suspensivos en la cabeza. Luego me enteré de otro grupo que presentaba tu obra “El porvenir está en los huevos”. Vaya que llegué a pensar que tuviste aires izquierdistas al criticar la obsesión por la producción, pero fue más allá de eso, la obra comenzó con un bello canto de la actriz, y una primera escena con un nivel de absurdo que me compró por un instante, luego, ese bendito luego… ese transcurrir… después… claro… luego… tampoco entendí.
Este domingo fui a ver “Buitres” de Paul Williams. Buenos actores, una historia que tenía ganchos. Claro Ionesco, no se puede comparar contigo. Las risas del público parecía que querían tener la potencia de una pita en el Estadio Universitario, en un juego Caracas – Magallanes. Conchale, todo en la obra iba a bien, aunque no lo creas, todo parecía verosímil, hasta que el final me pareció absurdo. Creo que tuviste cierta influencia en el autor.
Ahora, si me preguntas de la necesidad del humor, y lo que considero que es el problema en Venezuela, sólo te puedo responder algo: Detesto ese chiste que resulta una grosería para el alma cuando evade su propia realidad y devuelve a la persona a su estado infantil. Cita de Karla Pravia, y espero que estas palabras no se me regresen algún día como plomo de bayoneta, así como tu cita me parece una ironía en este momento porque es precisamente lo que siento con tus obras, tal vez escriba teatro para no ver el teatro que escribiste.
Ionesco, después de esta confesión te pregunto, ¿me río?
Ahora, si me preguntan sobre la comedia hecha por los griegos sólo puedo decir que tengo como tarea investigar el asunto. Lo que me inquieta, y me lleva a escribir esto, es el concepto de comedia que se tiene en el teatro, y un poco el problema del humor venezolano.
Comienzo este capullito de reflexión con la siguiente cita:
“Cuando… iba al teatro, era para acompañar a alguien o porque no había podido rehusar una invitación, porque estaba obligado.
No sentía ningún placer; no participaba. El juego de los comediantes me fastidiaba, ellos me fastidiaban. Las situaciones me parecían arbitrarias. Había algo de falso a mi parecer, en todo eso.” (Ionesco, 1966)
Bien Ionesco, sólo puedo decir un gran… gran… bravo… en serio… un gran ¡Bravo!, de verdad quisiera tener una pócima que te sacara del sepulcro, llevarte a un café, te ofrecería un brandy con kalua, pero como buen francés de seguro preferirías un té. El meollo del asunto es que aunque me ría con tus obras de verdad siento que quedo con un hueco en el cerebro, quisiera creer que efectivamente es que me dejas pensando. No te sientas mal, lo mismo siento con el resto de las comedias que veo en teatro, si, es que ahora que me encuentro indagando sobre las artes escénicas, me voy perfilando, y me siento contrariada al no entender lo que querías comunicar con tus obras, he allí la razón por la cual quisiera compartir un café contigo.
Primero, mientras estudié en la universidad no se hablaba de otra obra magistral que no fuera “la cantante calva”, la cual, lo admito, recibió unas cuantas pisoteadas por parte de estudiantes de comunicación social que desconocían en absoluto el proceso creativo del actor, pido disculpas por ello. Llego a Caracas y veo el montaje por un grupo profesional finalmente, y digo, “vaya, tremendo, me hizo reír, pero caramba, ¿qué quiso decir Ionesco?”
No creas que escribo para hacerte sentir mal, no, en verdad lo hago porque me preocupa mi capacidad de razonamiento, tanta gente que te alaba y yo me quedo “…”, sí, me quedo con tres puntos suspensivos en la cabeza. Luego me enteré de otro grupo que presentaba tu obra “El porvenir está en los huevos”. Vaya que llegué a pensar que tuviste aires izquierdistas al criticar la obsesión por la producción, pero fue más allá de eso, la obra comenzó con un bello canto de la actriz, y una primera escena con un nivel de absurdo que me compró por un instante, luego, ese bendito luego… ese transcurrir… después… claro… luego… tampoco entendí.
Este domingo fui a ver “Buitres” de Paul Williams. Buenos actores, una historia que tenía ganchos. Claro Ionesco, no se puede comparar contigo. Las risas del público parecía que querían tener la potencia de una pita en el Estadio Universitario, en un juego Caracas – Magallanes. Conchale, todo en la obra iba a bien, aunque no lo creas, todo parecía verosímil, hasta que el final me pareció absurdo. Creo que tuviste cierta influencia en el autor.
Ahora, si me preguntas de la necesidad del humor, y lo que considero que es el problema en Venezuela, sólo te puedo responder algo: Detesto ese chiste que resulta una grosería para el alma cuando evade su propia realidad y devuelve a la persona a su estado infantil. Cita de Karla Pravia, y espero que estas palabras no se me regresen algún día como plomo de bayoneta, así como tu cita me parece una ironía en este momento porque es precisamente lo que siento con tus obras, tal vez escriba teatro para no ver el teatro que escribiste.
Ionesco, después de esta confesión te pregunto, ¿me río?
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