Ayer, el día de mi cumpleaños, los compañeros de Bibliomula publicaron este escrito de Argenis Rodríguez, y con sola las dos primeras líneas me sentí identificada con lo que estos días yo estaba pensando de la política del país. Por favor, no se haga eco de las malas palabras aquí citadas, pero sí del planteamiento que considero totalmente válido revisarlo 35 años después de su publicación.
Argenis Rodríguez
Del libro "Escrito con odio" (1978), Pág. 97 en adelante:
"El venezolano no tiene inteligencia, imaginación, cultura, nada de eso; el venezolano lo que tiene son bolas, unas bolas bien puestas. Con las bolas es que se manda en Venezuela. En Venezuela nadie manda con la cabeza sino con las bolas. El venezolano yo no se si ha evolucionado. Creo que no. En mis tiempos de militante clandestino en contra de la dictadura fascista de Pérez Jiménez los camaradas me decían me decían:
-Hay que echarle bolas a la vaina.
Y lo mismo me decían en las guerrillas de El Charal en 1961:
-Hay que echarle bolas a la vaina.
Y en tiempos de Pío Gil era lo mismo, Cipriano Castro era un fanfarrón que gritaba y gritaba por todas partes y la gente decía:
-Las tiene así
Porque las bolas son el símbolo del hombre venezolano. Un freudiano diría que ese es un síntoma homosexualoide. Y a lo mejor tiene razón. Ya se conoce la definición que se ha hecho del Don Juan, que es un hombre que no confía en sí mismo y que a cada momento tiene que probarse que es hombre. Esa es una cuestión que heredamos de España y se nos ha quedado bien arraigada. Pío Gil no podía vivir entre boludos y se fue, se autoexilió por amor a su inteligencia y por dolor a perderla en un país de boludos, un país que era el suyo y que lo rechazaba por creer más en los testículos que en la cabeza. Pero así es la cosa y aún es así. Rufino Blanco Fombona, su contemporáneo, tuvo que amarrarse bien los pantalones porque sino lo matan. Rufino tuvo que matar y tambien se exilió. Rufino era un gran escritor y también creía más en la cabeza que en los testículos. Es asunto de creencia. En Venezuela el gritón, el discurseador y el que se baja los pantalones para mostrar lo enorme que tiene las bolas es el que tiene porvenir. Los demás, que somos una ínfima minoría, estamos jodidos . Nosotros no exhibimos las bolas en público. Eso es sagrado. Esos son unos órganos que rascamos cuando nos pegan las ladillas, porque a la verdad las bolas no sirven para nada, ni siquiera para empujarlas con el coroto ese que sí tiene su función y que es también cosa privada.
Este asunto de las bolas es el culpable del atraso de la nación. Desde Páez para abajo se ha mandado con las bolas. Y por esto nos robaron las tierras, extrajeron el hierro y el petróleo y nos hundieron en el pudridero y en el atraso. Nuestra universidad, un día por los "estudiantes" y otro por los "gobernantes", se la pasa cerrada. No obstante queremos independencia. ¿Pero cómo podemos conquistar la independencia? ¿Con qué gente, con que capacitación? Cuando a comienzos de siglo se descubre el petróleo, no hay un solo venezolano que sepa lo que es eso. Entonces vienen los yanquis, agarran a un pobre hombre, se lo llevan a Nueva York, lo acuestan con una puta y le dicen que firme un papel. Y por esa irrisoria cuca en la que nuestro hombre mete sus bolas entrega las tierras con el "oro negro". Un caso parecido cuenta Mariano Picón Salas en Regreso de Tres Mundos. Y más adelante, cuando nos convertimos en el primer exportador de petróleo del mundo, aún no sabemos lo que tenemos entre las manos. Un ministro es envenenado por llamar la atención sobre el problema y otro dice que no solo no cobramos el petróleo sino que pagamos para que se lo lleven. Y el patán Gómez, el dictador, dice:
-Los yanquis, que saben de petróleo, que hagan las leyes.
Y los yanquis con nuestra anuencia y con el beneplácito del dictador a quienes todos temen y adulan, se llevan el petróleo y encima cobran.
Todavía continuamos en el mismo tejemaneje.
Nos sobran bolas, pero nos faltan técnicos. Contamos con muchos machos, con muchos boludos, con muchos gritones, pero carecemos de estudiantes de verdad, de intelectuales con coraje para el trabajo, que es lo único que hace a una nación. Ahí estamos gritando mucho de liberación nacional, pero no trabajamos porque tenemos que echarnos aire en las bolas para mantenerlas debidamente refrescadas. ¡Joder, cuando pienso que a mí no se me quiere en mi país porque escribo estas cosas! Escribo sobre los cabrones y la gente pone el grito en el cielo. Escribo sobre los patanes y sucede lo mismo. Escribo sobre un brujo que llegó a ser el principal consejero del presidente Crespo y me llaman inmoral y falto de respeto. Escribo un libro donde profetizo el fracaso de las guerrillas y me sueltan una cantidad de perros asquerosos. Escribo unos artículos denunciando la falta de escrúpulos de los borrachitos que se dicen escritores y entonces me procesan y quieren encerrarme en una cárcel. Hablo de mis experiencias infantiles, describo lo que hace una mujer con mis miembros y un grupo que se autodenomina yo no se qué cosa de protección para la familia, enjuicia y encarcela al periodista que publica ese fragmento. De modo que me acosan por la derecha y por la izquierda. Los señores de Cristo Rey, el Opus o no se qué mierda me demandan y quieren verme entre rejas y los comunistas, los marxólogos y los borrachitos que gritan en los botiquines quieren verme acribillado. ¡Que cantidad de hijos de puta! ¡De donde habrán salido tantos!"
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